02 agosto 2023

La obra La Corona Altar de la artista Scherezade García, una brecha para trascender al más allá


1.     Introducción

La obra pictórica de Scherezade García alberga un universo de sensaciones étnicas, culturales y religiosas. Su obra es una obra pensada, pero también emergida del corazón por cuanto expresa, con un lenguaje visualmente sonoro, y emociones fuertes, tal como denotan los colores o la referencia a episodios históricos concretos (v.g. Masacre de Perejil, 1937). El pensador Markus Gabriel en su ensayo El poder del arte, al referirse a Theodor Adorno, afirma que “El poder del arte reside en la ontología de la obra según la cual el gran arte, siendo absolutamente singular, desafía toda categorización conceptual”(Gabriel, 2019). En efecto, la obra de Scherezade García se circunscribe, a mi juicio, en la dirección de lo que escribe Gabriel, esto es, en la línea del gran arte, del arte que cuesta encerrar en una determinada categoría como queda reflejado en sus numerosas colecciones, exposiciones y comentarios críticos a su vasta trayectoria.(Ibis Contemporary Art Gallery, 2022)

2.     Evocación parcial de la totalidad del mundo divino

La obra La Corona Altar de la artista Scherezade García, expuesta en el marco del Día de los Muertos en la capilla del cementerio de Greenwood de Nueva York, apunta a la totalidad de un sentimiento religioso universal.(Stoilas, 2020)(Salazar, 2020). Este sentimiento también puede ser identificado como inconsciente religioso o, si se prefiere, como búsqueda de la trascendencia o de la divinidad. Viktor Frankel en su obra La presencia ignorada de Dios.(Frankel, 2006)puede ampliar nuestra afirmación. La artista, intencionalmente, alude a ese mundo de la religiosidad y de la divinidad, pero no pretende abarcarlo o reducirlo a su imaginario, sino aludir visualmente a ese universo religioso y trascendente sin pretender agotar los significados de los símbolos del más allá.

 

En la capilla de la exposición de Greenwood, suficiente, si se quiere, para un desahogo y consuelo de los familiares que lloran a sus muertos –particularmente los difuntos que el Covid’19 se había llevado en 2020– se contempla en la vidriera a Jesucristo y a dos de sus apóstoles. Sin embargo, la artista baja el cielo a la tierra para hacer que los familiares dolientes tengan al alcance de la mano el más allá. Flores, velas, plantas, imágenes, ángeles, ritos, oraciones, incienso y la misma capilla de la exposición, entre otros elementos visuales, canalizan la religiosidad de la gente, pero a la vez esos elementos representan la comunión espiritual y afectiva con los difuntos.



3.     la magia del color y el sincretismo

La Corona Altar es una obra cuyo lenguaje simbólico expresa la diversidad de pueblos y culturas, particularmente latinoamericanos y caribeños. Por otra parte, la religiosidad popular –con especial acento, la religiosidad mexicana– es la gran protagonista de la obra, sin negar la religiosidad de la gran tradición cristiana, tal como indica la vidriera que hace de telón de fondo en la parte superior de la capilla.

 

Vale decir que la religiosidad popular, por lo general, tiene un halo de sincretismo, esto es, la impronta de unas prácticas religiosas que conviven con la religión tradicional cristiana. La artista es consciente de ello y deja evidencia de este fenómeno en la representación de la flor de hibisco, empleada para elaborar remedios caseros, y de plantas venenosas usadas por los chamanes en sus ritos.

4.     Lo sacro, desacralización y devoción popular

La obra La Corona Altar está expuesta en un templo o capilla del cementerio de Greenwood, cuyo espacio interior está presidido por la iconografía cristiana tradicional. Se aprecia la convivencia de lo sagrado según el canon de la religión revelada con lo sagrado de corte sincrético, mágico y mistérico. La desacralización se aprecia en el paso figura de la Virgen a la representación de la Estatua de la Libertad. La Virgen es la dolorosa ante la muerte de su Hijo Jesús. En paralelo, la Mujer de la Libertad, como si asumiera el papel de la Virgen, llora la muerte de los ciudadanos a causa del Covid’19 y en general de los sufrimientos de los inmigrantes.

 

La Estatua de la Libertad es el centro de La Corona Altar. Haciendo una lectura más profunda, en dicha estatua, en torno a la cual gira todo, la artista simboliza los anhelos profundos de todos los pueblos inmigrantes, los sueños de libertad, los deseos de alcanzar nuevos horizontes de bienestar. Quedan simbolizados, también, los sufrimientos, los fracasos, los miedos y los temores. Ese mundo bueno y libre, empañado por la tragedia, la muerte y la tristeza, halla sentido en la fe, en el culto, en la piedad y en la devoción, aunque a veces sea de forma sincrética y casi mágica. Porque eso es la vida de los inmigrantes, un collage de la realidad de dolor, gozo e incluso muerte. Ante esa realidad, a menudo desgarradora, viene bien tomarse una pócima o remedio cuya sustancia es la esperanza y la fe, la devoción y la piedad, que nos une a los que están en el más allá y nos consuela a los del más acá.

 

En conclusión, la obra La Corona Altar es el testimonio de un suceso que pasará a la historia: la pandemia del Covid’19. Pero es, sobre todo, la prueba de una experiencia, la propia de la artista que incorpora las dolencias, las lágrimas y la muerte de la población inmigrante en los Estados Unidos. La obra, también, sublima las inquietudes trascendentes de la población inmigrante, e incluso de la artista, que sabe interpretar en el momento justo, el duelo de muchas familias que, por el estado de las cosas, no podían despedir y llorar adecuadamente a sus seres queridos durante la crisis sanitaria. La obra, finalmente, apela al sentimiento religioso del más allá, a la vida eterna, a presencia-ausencia de los muertos, al amor de los seres queridos a los que no se les pudo llorar adecuadamente durante la pandemia y que todavía viven en nuestra memoria y regresan cuando los invocamos, no importa si con el culto canónico o el culto sincrético, especialmente el Día de los muertos.

 

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Frankel, V., 2006. La presencia ignorada de Dios. Psicoterapia y religión. Herder, Barcelona.

Gabriel, M., 2019. El poder del arte, 1st ed. Roneo, Chile.

Ibis Contemporary Art Gallery, 2022. Scherezade Garcia “The Map in My Skin” [WWW Document]. Artsy. URL https://www.artsy.net/show/ibis-contemporary-art-gallery-scherezade-garcia-the-map-in-my-skin (accessed 7.8.23).

Salazar, A., 2020. Green-Wood Cemetery’s Dia de los Muertos Ofrenda Offers Beauty and Hope for Troubled Times [WWW Document]. Bklyner. URL https://bklyner.com/green-wood-cemetery-dia-de-los-muertos-ofrenda/ (accessed 7.8.23).

Stoilas, H., 2020. Artist designs Dias de los Muertos altar in Brooklyn for those who died during the pandemic. Art Newsp. - Int. Art News Events.

 

07 junio 2023

RASGOS QUE DISTINGUEN LA VOZ POÉTICA DE MARÍA DE LA LUZ ORTEGA

 

Poesía y naturaleza. La primera característica de la poética de María de la Luz Ortega es la armonización entre palabra y naturaleza. Los elementos de la naturaleza sirven a la autora para expresar los estados más sutiles del alma. «Cuando el viento estremece los visillos / a Macarena le vienen ganas de llorar» (Cuando el viento acecha).

 

El lenguaje conversacional. La poeta posee un estilo de decir las cosas que emula, a mi juicio, la voz de la poética de la experiencia. A esto se suma la claridad expositiva y un ritmo contagioso que conduce al lector a contemplar la estampa plasmada en el poema. «Existen conversaciones que nos desnudan / que nos llevan a la mueca / para no llorar a gritos» (Conversaciones que surgen al trasluz de la niebla).

 

La palabra como vehículo de las emociones. María de la Luz Ortega cuida las palabras, las engarza con maestría y belleza. Sabe que la palabra sirve para crear mundos imaginarios, pero también para expresar los estados de ánimo, las más variadas emociones (tristeza, alegría, júbilo, etc.). La palabra poética la impele a liberar lo que le concita y subyuga. Los labios, la boca son una ventana por la que salen, liberadas, las palabras. «La lengua delinea / los labios húmedos / humedad que se escapa / por la ventana entreabierta» (Las tardes se mecen tibias en noviembre).

 

La noche, símbolo de la conciencia en soledad. La poeta domestica a la noche, la amansa y la hace su compañera. Entra reflexivamente en ella, sola, en soledad. La introduce al ámbito doméstico como una compañera que cohabita en lo cotidiano, en los rincones de la casa, confabulada con la memoria oculta de los objetos. La noche llega como aliada, pero a la vez como un huésped insumiso y libre, por eso cuando presiente la aurora se hace invisible y se escapa. La noche es símbolo de una conciencia despierta, reveladora de los secretos de la memoria, de los recuerdos.

 

La cuestión social. Con sutileza, la poeta evoca las ansias, el sufrimiento, los sueños y las angustias de la sociedad de su tiempo. «Bajo la piedra / un antiguo dolor / se revuelca» (Fisuras). En el mismo tenor, en el poema “Esferas traslúcidas”, con fina ironía la poeta denuncia la actitud de muchos que, aburguesados en su zona de confort, se conmueven momentáneamente ante las noticias que anuncian guerras, dolor, sufrimiento, pero a la vez se muestran impasibles y siguen su buena vida, indiferentes a la vida buena. “Cantata de los extraviados” y “Un adiós a medio decir” son, también, indicativos de una poética que asume lo social como telón de fondo de sus reflexiones.

 

En búsqueda de sentido. El poema “Desde mis huesos” es, en mi modesta opinión, de antología. Este poema puede resumir, si atino en mi observación, los rasgos poéticos más sobresalientes de María de la Luz Ortega. Lo leemos y luego lo comentamos brevemente.

 

Desde mis huesos

 

Llegan a mis huesos señales

Código perfecto desde el vientre

Las escucho entre el ruido de los artificios

Se desplazan por el viento del desierto

Gravitan esparcidas

como astillas blancas

Hay un murmullo bajo la luna

Y yo madre            eternamente presente

Yo mujer               con los gemidos acuesta

insertados en la vértebra

rastreo la vida

Hundo mis manos en el extenso arenal

tras los huesos de los míos

que bajo las estrellas nortinas deambulan

como pájaros heridos

con un canto inconcluso.

 

 

La poeta capta los murmullos de una vida más honda. Lee los códigos inscritos en su historia biográfica que se extiende como un telar en su pasado. Descifra en su linaje, como madre y mujer, los vestigios o señales de una historia secreta: la de la vida. Este poema capta el sentido de la vida y descubre verdades profundas que la poeta intuye con agudeza. La belleza expresada es indiscutible, prueba de ello son las imágenes, sorprendentes y bien logradas. Ella capta señales que «se desplazan por el viento del desierto / Gravitan esparcidas como astillas blancas». Exalta sutilmente su condición de madre y mujer, apuntalando de esta manera su femineidad, asumiendo cualquier precio la cuota de sufrimiento que pueda suponer esta identidad. Se reconoce en la memoria de su linaje, en la herencia de su pasado familiar. Vuelve la mirada a ese pasado para rescatar los vínculos genéticos que corren por su sangre. Esa inmersión en la historia de los “suyos”, le descubre heridas, vidas inacabadas, anhelos incumplidos, posiblemente como en cualquiera de nuestras familias, pero, al fin y al cabo, son vidas que pueden llegar a la plenitud. «Hundo mis manos en el extenso arenal / tras los huesos de los míos / que bajo las estrellas nortinas deambulan / como pájaros heridos / con un canto inconcluso» (Desde mis huesos).

 

Juicio valorativo. La poesía escrita por María de la Luz Ortega embellece la lengua española y, sin duda la poesía escrita en su país. Con un estilo depurado, claro y sencillo logra momentos de belleza extraordinaria. Comunica con un lenguaje sencillo y natural la complejidad de estados del espíritu. Cada poema responde a verdades de vida, a experiencias auténticas. Por todo ello, se puede afirmar que la poesía de María de la Luz Ortega tiene rasgos de universalidad, por cuanto canta lo genuinamente humano con belleza y musicalidad. Temas como la soledad, el dolor, el tiempo, el sentido de la vida, la muerte, son solo unos ejemplos de sus grandes inquietudes como autora. Si lo dicho es verdad, entonces concluimos que estamos ante una mujer dotada de una sensibilidad y una imaginación creativa singular, cuya obra amerita ser leída y tenida en cuenta por los estudiosos y por la crítica literaria.


Fausto A. Leonardo Henríquez, PhD

17 mayo 2023

Clave de SOL: Heridas poéticas. Por Segisfredo Infante


De los frutos literarios del dominicano Fausto Leonardo Henríquez apenas he leído dos poemarios: “Gemidos del ciervo herido” (2012) y “Savia innombrable” (2018), que me permiten una aproximación a sus anhelos, angustias y alegrías. Para empezar debo intuir que los versos del primer libro fueron pulimentados tal vez con el propósito ulterior de participar en un certamen internacional. En cuanto al segundo poemario, me luce que el autor fue más espontáneo, distraído y a veces prosaico. Pero ambos libros poseen conexiones que son propias del estilo de un sacerdote que utiliza una sintaxis más o menos directa, orientada a rescatar aquellos fragmentos bíblicos religados a su alma, a sus necesidades y accidentalidades intransferibles.

Aunque el autor experimenta distintas técnicas poéticas como la del soneto con sus respectivas rimas, y en otros andamiajes aislados ejercita algo semejante al romancero español candoroso, lo legítimo es que sus poemas sean versolibristas, haciendo gala de economía del lenguaje. Esto conduce a que caigamos en la antigua manía de buscar referencias previas en la obra del padre Fausto.

Es obvio que su poesía es Cristocéntrica, con unos matices que obligan al lector a identificar las figuras retóricas que se esconden detrás de un lenguaje subliminal aparentemente sencillo, que debemos monitorear en los dos “Testamentos”. El poeta dialoga consigo mismo, en medio de una soledad existencial (y existenciaria) que interpela la presencia de Dios en los ámbitos en que lo sugieren los textos bíblicos y la avasallante modernidad contemporánea. Como sacerdote “vicentepaulino” sabemos que este escritor se relaciona con los pobres y medio mundo. Pero la soledad crujiente del individuo, enunciada en sus poemas, es una realidad imposible de soslayar, solo superable en la medida en que el rostro divino le susurre palabras inefables a su oído terrenal.

Intentaré centrarme, en tanto estos renglones lo faciliten, en su libro “Gemidos del ciervo herido” (Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, en su vigésima novena edición), donde recurre a la mencionada economía del lenguaje que hace pensar en la obra de Juan de Yepes, más conocido como “San Juan de la Cruz”, y parejamente en la poesía intimista y aparentemente seca del socialista Blas de Otero, tal como se manifiesta en su poemario “Pido la paz y la palabra” (1955). Pero quizás el referente principal de Fausto Leonardo Henríquez sea el “Cantar de los cantares” que se le adjudica al sabio Salomón, y que el autor comprime, en sus dos poemarios, desde una interpretación eclesial muy diferente de la nuestra. Hay versos en los cuales parecieran percibirse los brotes de la carne, pero que el padre Fausto sabe sofrenar y sublimar hasta la bóveda celeste, neutralizando cualquier instinto primordial que humanamente pudiera acorralarlo. En cualquier situación el autor ha aprendido a escuchar “el lenguaje del viento” y a saborear “el vino de mis soledades”. O a observar en los acantilados la silueta de un “ciervo herido”, como símbolo especial de “Tierra Santa”.

Quisiera citar muchos versos de este autor, pero lo propio es detenerme en dos poemas. Veamos su breve texto “Eternidad en el tiempo”: “Ardor inexplicable,// Divinidad que acaricia la carne// y la hace temblar.// Pusiste tu dedo en mi tiempo.// La eternidad me consume.// Oh, Señor, sigo tu camino entre niebla,// polvo y espinas.// Yo sólo quiero tu abrazo,// que me envuelvas en la luz.// Señor, que vea tu semblante,// que beba fuego, alas, domingos.// Esta herida es gozo, instante de amor.// Mándame ir a ti, Carpintero,// que el pan me dio la Vida”. Leamos este otro poema sintético: “Galileo, ni tierra ni agua, ni aire ni fuego,// opacan tu voz de zorzal.// Ni noche ni tormenta pueden// ocultar tus huellas que deslumbran.// Silbos tiernos, arrullos de pastor// que vigila, los tuyos.// Ay, Galileo, mírame, convócame al monte,// al Sinaí de tu Roca paterna.// Ponle mañanas a mis huesos,// ángel a mi alma que en delirio te abraza.// Galileo, el imán de tus ojos// al cielo me introduce// como sol en su ocaso”.

Aun cuando el poeta Henríquez nunca los hubiese leído, sus versos cortos que pergeñan claridad angelical en medio de la densa bruma, me llevan a recordar los poemitas del obispo brasileño Helder Cámara, agrupados en el libro “Mil razones para vivir” (1980), que en varias oportunidades he comentado. Pero cuando él busca en forma reiterativa la luz inextinguible en el Monte Sinaí, vislumbro a un pensador preocupado por la verdad del “Ser” trascendente, más allá de nuestros huesos. Porque encima de poeta Fausto Leonardo Henríquez es un teólogo moderno que se doctoró hace tres años con la tesis “Transhumanismo, posthumanismo y doctrina social de la Iglesia” (Barcelona, 2020). Su obra también ha sido comentada por el doctor Bruno Rosario Candelier, en el libro “La sabiduría sagrada: la lírica mística en las letras dominicanas”.

Artículo publicado en el diario La Tribuna, 14 de mayo de 2023.

10 mayo 2023

Leydy Lee Andrews: una poeta que asume la poesía como un modo de vida


Lady Lee Andrews

Hoy les presento a la poeta Lady Lee Andrews. Ella se define a sí misma como puertorriqueña, madre, esposa, pero sobre todo como poeta. Aquí cabe un matiz de rigor, al decir de nuestra poeta invitada, ella no se define como poeta porque escribe poesía, sino porque es un estilo de vida, su forma de ser y vivir. Ella vive poéticamente el mundo. Nada le es ajeno y en todo lo que le rodea ve, siente y palma poesía. Es poeta con una misión en la vida: captar lo que el común de la gente, en su día a día ignora, intentando descifrar sus sueños, sabiendo que ahí afuera hay poesía que irradia energía por doquier.

 

Por otra parte, Lady Lee Andrews, amén del trabajo artístico, se dedica al comercio en su Viejo San Juan, porque como se sabe en el mundo de la literatura, la poesía, en general, no da para vivir, pero es un arte que da vida. Y ella les saca partido a ambas cosas. Lo cual no está nada mal.

 

En un primer momento, me llamó poderosamente la atención el nombre de Lady Lee Andrews. Pensé para mí: no tiene apellidos latinos, ¿de dónde será? La pregunta se aclaró cuando supe que es hija de padre australiano y madre puertorriqueña, grandes aficionados a la literatura. Fue de ellos de quienes aprendió nuestra invitada, desde muy joven, la importancia del arte y la literatura. Desde primer grado ya la niña daba visos de que iba a ser poeta.

 

Lady Lee Andrews. Ha publicado siete libros. Baste decir que su poesía celebrada y acogida con entusiasmo por el público.

 

Un último apunte sobre Lady Lee Andrews. Como promotora cultural en Puerto Rico cabe destacar la creación de uno de los más originales proyectos de divulgación de la poesía: el  “museo de poesía” The Poets Passage. Sito en el Viejo San Juan. Allí se celebran Noches de Poesías y arte. Lo original de The Poets Passage es que todos los artistas, músicos, bailarines y poetas tienen un espacio expresarse y los poetas un micrófono abierto los 7 días de la semana, para declamar sus poesías. Sí, The Poets Passage abre de lunes a domingo de 10:00 a.m. a 7:00 p.m. Una auténtica hazaña cultural que tiene como fin la misma poesía.

 

Finalmente, cuando se leen las composiciones de Lady Lee, el lector nota la sutil conexión de la poeta con lo divino. Esto es perceptible en las alusiones al mundo de las musas o cuando menciona a Dios y al mundo trascendente. Palabras como espíritu, cielo, Dios, fe, tan cuenta la honda sensibilidad poética de nuestra invitada. Luego tendremos la oportunidad de escucharla.

 

 

POEMAS DE LADY LEE ANDREWS

 

 

These will give you a good idea of where I’m at in my writing sphere.

 

New Poems

 

Spirit

 

When I’m a spirit

Will I flow through the water

Invisible?

Will I join the colors

Gentle light before the day?

Will I expand with the stars?

Or, be the breath the universe exudes?

Where will I be Me again?

 

Will I shrink? Will I

Be an ethereal idea of a muse?

When I open my eyes

Will I be confused?

By feeling the wave of God,

Will it induce the peace of heaven?

Will I be present?

Will I linger

In your mind

Under

Imaginary birds

Flying across the sky;

A stroke of paint

From a strangers eye—

Will the details reveal the magic?

Will I be lost?

Will everything be dark?

Quiet? Loud?

 

 

The Chimes

 

 

Letters roll off your tongue into words I love.

They bathe me when I need them most.

Some leave a smile behind on your lips

To catch me whispering for

 

      .more.when.I.need.them.

 

To dance to the idea of being kissed

Without being touched

Teases Lust

To blush

And slip away.

Say what you may say.

 

Your eyes understand my confusion.

They see me breathe before I make a sound—

And catch me

Before I fall deeper into their spell

                                  to wake me up to

                        see love being made to

       save me from myself—

Letting me lose the doubt that filled my eyes before I saw you again—

 

The Clues were caught in glass jars

In the middle of the night

When they shone the brightest!

We had each other’s hand in our hearts

Like children hold their dreams with magic in the air!

Oh my living God! We are here!

          There.

You see me. I see you.

You feel me. I feel you.

You touch me

And Time leaps to form direction

To guide me

Back home

Where my heart waits for me

To bring this feeling back to it—

To keep it safe —to put it on the altar of my Faith.

For as you know,

Little ideas are tied to strings

And strung

        on drift wood to

                   hang in the wind to

        sing as the breeze blows through

   our imagination

 

And once in a while,

Two will strike a chord that carries peace

To where it’s needed.

 

 

The Empty Room in the Page

 

When you read between the lines,

The true poet resides

In the silence

that stole your thoughts

when their words

Took off

Taking your ego for a ride—

You fly

When you read between the lines.

The pain is massive

In this empty room.

Way too much to

Comb through

The night!

When you tread

Between the lines

You might see yourself

And wonder why.

Everything you grasp

Here comes alive.

When you read between the lines

An invisible idea

Turns to form colors

And sound

To wraparound our senses

Designing linear matter

In an intangible world—

To no fault it difficult

To reach for

And make appear.

The key to care

Is Divine;

When you read between the lines.

 

 

A Miracle

 

Lost in prayer,

I feel my thought

Form an alliance

With words

Caught in my throat

For judging myself

More, first —than,

Any one else

Has, or, ever will.

Dear heart!

To fulfill its thrill

I’ll call out

And sing

To its content!

Let me honor

Your lament.

—An attempt

To reinvent Love,

Should be enough

To cast off

Sin’s shadows

Seeking lies

suffocating

And consuming

Our truth.

And like that

Whoosh

It’s gone!

And on the page

Appears

The

Poem.

 

 

Earth Bound

 

Clay hands

Began to mold me.

The forest bed

Was moist and

Fresh.

My roots were being pulled

By the seed to impregnate me

At will

With desire to drink

From the lust to live.

A primal take

A primal give;

—The tip off a cliff;

The peak of pleasure’s

Ephemeral escape

Takes place and goes

Throughout my body

To leave the heart wanting more.

No remorse for love.

Hush! —softly brush…

Warning: highly charged cells

Shock to touch.

It’s stunning

How our bodies flush

Into what

We need.

A perfect mix of dreams

Flowing into each other’s breath

Filling our mouth with welcome.

Each tongue given the freedom to explore far from

Time’s inhibitions.

So, come at leisure.

Sincere.

Any

Deeper

And one—

Disappears.

 

 

The Saint

 

I’m no saint.

I set the bait.

The sins of my youth

Are forbidden to forget.

But you can’t win

If you don’t bet.

 

 

 

Un bocado

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