28 noviembre 2022

Interpretación del poema “El límite y la nada” del poeta Tomás Rivera Martínez

 El tono empleado por en el presente poema debe ser comprendido en el marco del resto de poemas que componen
 
A pesar de la nostalgia, renacerá la esperanza. Dicho tono es espontáneo, libre de poses. El poeta se muestra tal como es y se expresa como piensa, como quien ya tiene el camino recorrido.

El discurso poético, en general, es fluido y da la impresión de que el poeta sabe a la perfección lo que quiere decir y cómo lo quiere decir. Esto, naturalmente, facilita la interpretación, pero precisamente por eso, lo que parece tan obvio puede, como así creo yo, encerrar significados o sentidos que una primera lectura no deja al descubierto.

Nunca una interpretación agota los múltiples significados del texto. Consciente de eso, debo señalar, que mi breve comentario al poema “El límite y la nada” es una glosa que puede tener sus aciertos, o no, sobre posibles significados escondidos.

En el poema “El límite y la nada” late la pregunta por el sentido, la desolación y la vaciedad de las cosas.

Un primer elemento que destacar en “El límite y la nada” es la falta de sentido. La existencia sin una razón para vivir, sin un norte u horizonte al que tender se convierte en una azarosa agonía que nubla la senda o vía a seguir. La ausencia de un asidero deja el sabor agridulce que impide encontrar un punto de apoyo para hacer más fácil del trayecto de la vida.

Falto de rieles y horizontes/ hacia adentro / las luces van muriendo. / No hay espacio, / no hay aire, / no hay distancia. / Nadie pregunta / por ticket de regreso. / Nada que / buscar, / solo un olor a piedra inexistente, / solo a piedra.

Hay versos inquietantes que sacuden la conciencia del lector. El poeta describe un panorama desolador, podría decir, espero que no resulte forzada la afirmación, que se sumerge en una atmósfera análoga a la creada por Rulfo en Pedro Páramo.

Sin los pasos / las rutas enmudecen, / des-aladas huellas / percibo tu presencia descarnada. / Cáscara eres, / despojo de luz, / sombra en retroceso, / parada / perdiéndose / en la bruma.

Rivera Martínez es un poeta de la diáspora. Por esta razón, sus versos están jalonados entre el aquí y el allá, entre el recuerdo remoto y el pensamiento presente. Quizás sus mejores momentos se alcanzan cuando se funde en sus poemas esa doble vertiente de su creación.

Hace ya muchos sueños preguntaste: / “Pa: ¿Qué pasa con las flores que me miran”? / Y solo, en el silencio, / te buscaba en cada niño / perdido en las esquinas.

Los siguientes versos dan cuenta de la influencia que todavía ejerce la tierra de origen. Los elementos de la naturaleza tropical, tales como el nopal y el maíz, pero también amigos de infancia y juventud acentúan el arraigo afectivo del poeta hacia su cultura, costumbres e identidad.

Era entonces el tiempo / de nopales rojos, / de maizales en hileras floreciendo, / de amigos sin presencia / que jugaban contigo, / de álamos y espejos / que nunca conociste.

El tren es un símbolo de la vida que se va, que se aleja de la infancia y se pierde en el ocaso. El viaje, que puede ser azaroso o divertido, lo podemos hacer solos o en compañía. De lo que podemos estar plenamente ciertos es de que el viaje, aunque a veces resulte un fastidio, necesariamente hay que hacerlo.

“¡Todos a bordo!”, / anunció el silbato, / y en ese maldito tren / me iba contigo.

El poema que hemos venido glosando hasta aquí posee, ciertamente, rasgos de desolación. Por eso el poeta intenta, dentro de los límites que le pone la misma existencia, encontrar indicativos para seguir viviendo. El poeta reconoce los lugares y cosas donde no hay nada, pero, en contraste, también es capaz de estremecerse ante una flor que emerge, ante los colores de la naturaleza o ante una nueva vida que empieza.

Rara forma de nacer / Sin apegarse, / De brotar y danzar / en la fiesta de flores / y colmenas. / ¿Has visto la matriz de los colores? / ¿La ternura del beso de la brisa cuando pasa?  / ¿O el sentir del corazón antes de ser?

El centro del poema hace referencia a una existencia finita, limitada, irremediablemente abocada a su final. La consciencia de la muerte inexorable, como límite o tope de la vida, la resistencia a morir, a pasar al otro lado, al más allá, y la inquietante certeza de que “nada te llevarás cuando te marches”, como dice la canción de José María Napoleón, queda expuesto en los siguientes versos.

Todo límite es espejo, / memoria en retroceso, / bandera carcomida / por el viento. / Caronte no arriesga su guadaña / en esta orilla. / Nada que llevar en la vieja barcaza, / y el agua se resiste / al miedo de los remos.

Pero no todo es límite, muerte y luego la nada. A pesar de ello, un rayo de luz se abre en la azarosa existencia: la belleza de las flores como símbolo de lo divino o celeste.

No ignores el suspiro / de la lluvia al morir / en tu cuerpo. / En las flores renacen / aladas maravillas / que desde el cielo / a besarte regresan.

Los versos del poeta Rivera Martínez, revelan la sutileza de un alma que no ha sido ajena a los embates de los límites que impone la naturaleza humana. El dolor y la aflicción ponen a prueba la autosuficiencia humana. El poeta sabe de aflicciones, pero las exorciza dejando que el tiempo las cure.

Que las penas ocultas / no queden en tu mente, / que solo sean eso, / ríos silentes, / que en el tiempo / sin saber se pierden.

Al hilo con lo anterior, el límite lo marca el tiempo. El tiempo no juega limpio. El tiempo pasa de forma inexorable. En verdad, es la autoconciencia del sujeto la que le sitúa ante el espejo de su propia realidad: la finitud, la muerte. Es importante subrayar que no es el tiempo el que pasa, es el ser humano. Empleamos la categoría el “tiempo tiempo pasa”, como si quisiéramos ser nosotros los dueños de las edades, de Chronos. Es el ser humano el que tiene la certeza de su finitud, que está abocado a la muerte, que no tiene escapatoria. En este sentido, el transcurrir de la existencia se experimenta como un engaño, como una estafa. La finitud de la vida supone un fracaso. No hay forma humana posible de traspasar el “límite” o la finitud y seguir siendo los mismos. No hay posibilidad de cruzar al otro lado, por más que nos esforcemos. No es posible trascender la limitación. Ni siquiera con la muerte se puede superar dicha limitación. El ser humano, según se desprende de lo dicho, está condenado a la nada, a la muerte, a la incapacidad de trascender la finitud. La autoconciencia de la finitud es más fuerte que la muerte. Lo terrible no es que el ser humano tenga un límite, sino ser consciente de él y no poder superarlo.

A ti el límite ha cerrado / sus invisibles puertas, / y no podrás cruzar / aunque te mueras.

En conclusión, el poema “El límite y la nada” es cortante, sutil y agudo. A mi entender, uno de los elementos más importantes a destacar en esta pequeña obra que es el poema, es el sentimiento de desolación e impotencia ante la conciencia de finitud o temporalidad de la existencia humana. Aunque el tono general del poema es árido, deja entrever, sin embargo, un resquicio al asombro, a la vida y al gozo, como indica el verso: “danzar en la fiesta de flores”.

 

Dr. Fausto Antonio Leonardo Henríquez

Polifonía Literaria, Polifónica, Pedagógica y Artística

27 de noviembre de 2022

05 septiembre 2022

Presentación del libro Las tumbas de los Trujillo de Franklin Gutiérrez



          El libro Las tumbas de los Trujillo habla de muertes, cementerios y, por supuesto, de tumbas, pero no es un manual sobre cementerios, tumbas y muertes. Es un estudio serio del lugar exacto donde se encuentran los restos mortales del dictador Rafael Leonidas Trujillo y su núcleo familiar. Cuatro aspectos he considerado oportunos para presentar este ensayo histórico de Franklin Gutiérrez: el rigor científico, los rasgos biográficos de los Trujillo, una historia para el cine y la memoria histórica.


1.   El rigor científico de la investigación. En este nuevo libro de Franklin Gutiérrez hay un trabajo serio de búsqueda, captación y procesamiento de los datos. Sin eso es imposible, salvo que se quiera hacer ficción, escribir una obra de las características como la que esta noche presentamos aquí. En Las tumbas de los Trujillo se puede constatar la exigencia del autor para no quedarse en la anécdota. Para mantener el método de investigación científica y evitar la superficialidad consulta bibliotecas, hemerotecas, archivos de Estado, pide la colaboración de colegas de diferentes países y, por si fuera poco, acompaña su escritura con testimonios fotográficos de personajes y escenarios inéditos, prácticamente todos, hasta hoy. Con esta evidencia gráfica es imposible negar los hallazgos que aporta el autor y, por tanto, el valor histórico de los datos de los que da fe la obra. 

 

            Este libro enlaza a España con la República Dominicana y aclara muchas incógnitas –aunque no los aclara todos, porque tal vez no era este su propósito–, sobre el destino final del dictador asesinado, Rafael Leonidas Trujillo, y sus familiares. Seguramente muchos de los que estamos aquí desconocíamos las vicisitudes o peripecias que hubo de pasar después de muerto el Dictador Trujillo hasta yacer, como bien cuenta Franklin Gutiérrez, en el cementerio El Pardo de Madrid. En esto radica, en mi opinión, la principal contribución de este estudio histórico. 

 

2.   Cada lápida, una biografía. El doctor y catedrático de The City University tiene una capacidad extraordinaria de poner de relieve solamente lo esencial de cada miembro del linaje del dictador Rafael Leonidas Trujillo. En pocas líneas traza el estilo de vida de cada uno de ellos, sus títulos, sus honores o sus deshonras, sus acciones más sobresalientes, los destinos o países a los que marcharon y, por supuesto, dónde yacen sus restos. Todo ello en base a la verdad histórica constatable. Gutiérrez destaca en su ensayo las celotipias y litigios entre los hijos del Dictador, generados por las fortunas extraídas a la República Dominicana. España, Francia, Costa Rica, Panamá, Puerto Rico y Colombia son los ámbitos de la vergüenza trujillista en el exterior. Sin perder la objetividad de la investigación, el escritor e investigador Franklin Gutiérrez azota con el látigo como un destello contra la férula, nepotismo y latrocinio cometidos por los Trujillo. Las tumbas de los Trujillo, abrirá los ojos a los ávidos de conocimiento de la historia de la República Dominicana del siglo XX. Este libro es fundamental, como mínimo, para descubrir lo que ha sido la familia más despótica de la isla.

 

3.   Una historia de cine. Como contrapunto de todo lo dicho hasta aquí sobre Las tumbas de los Trujillo querría decir que una lectura diferente y atrevida podría ser la de leer este libro como el guión de una película. Cada estampa o lápida esconde un rostro, un personaje visual y gráfico. Es más, este libro en manos de cineasta osado y amigo de grandes historias, o de un novelista con imaginación vargallosesca, haría, además de La muerte del Chivo, una leyenda continuada de los Trujillo como la de los Aureliano Buendía en Cien años de soledad de García Márquez y le pondría un título atractivo  como La hoguera de las vanidades de Tom Wolf o, tal vez emplearía un título más poético “La Muerte es dúctil Pretendiente” para decirlo con la poeta Emily Dickinson.

 

4.   La memoria histórica. La obra de Franklin Gutiérrez, Las tumbas de los Trujillo, tiene un valor añadido: el recordar al mundo, pero sobre todo a los hijos de la tierra de Juan Pablo Duarte, verdadero modelo de civismo y lealtad a la República Dominicana, que hubo un hombre, una familia, Rafael Leonidas Trujillo, antítesis del ideal duartiano, que cabalgó en su orgullo, cegado por el poder, que dominó con cetro de hierro; que hubo unos hijos y allegados que, amparados por la sombra del poder que los cobijaba, medraron a gusto hasta hacer grandes fortunas con el sudor de los hijos de Quisqueya. Eso no se olvida, no. Al contrario, Las tumbas de los Trujillo es un libro que revive la conciencia histórica de lo que hemos sido, somos y seremos como país caribeño. Recordar el pasado es bueno, como hace este libro de Franklin Gutiérrez, no para culpar o maldecir, sino para evitar repetir los errores y equívocos en la conducción de un pueblo y construir un país con los valores fundamentales de la justicia, la libertad, la verdad y la paz social.

Finalmente, voy a leer unos versos del poeta dominicano Manuel del Cabral, publicados su obra Huéspedes secretos (1951)El poema se titula Los hombres no saben morirse, que podría glosar, si se admite la comparación, las muertes de los Trujillo: Los hombres no saben morirse... / «Unos mueren no queriendo la muerte; / otros la encuentran en un beso, pero sin estatura… / otros saben que cuando cantan no le verán la cara. / Los hombres no se mueren completos, no saben irse enteros… / Unos reparten en el viaje sus retazos de muerte; otros dejan el odio para cuando vuelvan… / Otros se van tocando el cuerpo / para saber si salen de la trampa… / Los hombres no saben morirse… / Unos van dejando su yo sin comprenderlo; van dejando basura para escoba esotérica; otros se vuelven hacia adentro del vacío… / Pero todos, con el cadáver de su tiempo al hombro, / todos, todos son el Uno, el Uno que sólo por amor vuelve a la tierra».

Gracias.


FaustoLH

Casa de América, Barcelona, 2 de junio de 2016.

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DATOS BIOGRÁFICOS

            República Dominicana, 1951. Ensayista, investigador literario, narrador, poeta y educador. Licenciado en Educación y Letras por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Realizó maestría y doctorado en literatura hispanoamericana y caribeña en The City University of New York, en la cual ejerce como profesor de Lengua Española y Literatura Latinoamericana y Caribeña, desde 1988. – 2000, Premio Nacional de Ensayo, otorgado por la Secretaría de Estado Cultura de República Dominicana por su libro Enriquillo: radiografía de un héroe galvaniano. – 2005, recibió el reconocimiento Orden de los Padres de la Patria: Duarte, Sánchez y Mella, en el grado de Comendador, el más alto honor que concede el Estado dominicano a los ciudadanos notables del país. – 2008, Premio Personalidad Cultural, otorgado por el Ministerio de Cultura de Republica Dominicana. Premio Educador Excelente otorgado por la Universidad APEC y el Instituto de Estudios Dominicanos, de la Universidad de la ciudad de New York. – 2009, La Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, designó con su nombre una calle de la Plaza de la Cultura. – 2011, El Comisionado Dominicano de Cultura en los Estados Unidos le dedicó la V Feria del Libro Dominicano en Nueva York. 

 

PUBLICACIONES

Ha publicado 20 libros, de todos ellos destacamos los siguientes:

1. Evas terrenales: biobibliografías de 150 autoras dominicanas (2000)

2. Literatura dominicana en los Estados Unidos. (Ensayo, 2001) 

3. 33 historiadores dominicanos (biobibliografia, 2002).

4. Palabras de ida y vuelta (Ensayo, 2002), 

5. Diccionario de la literatura dominicana (2004), 

6. El canal de la delicia (Novela, 2010), 

7. Diasporando (Ensayo, 2011) y

8. De Cementerios, Varones y Tumbas (Ensayo, 2012), 

9. Autores dominicanos de la diáspora: apuntes bio-bibliográficos 1902-2012 (2014).

10. Las tumbas de los Trujillo (2016)

 

Es co-autor de las obras Enciclopedia Ilustrada de Republica Dominicana y Enciclopedia del Español en los Estados Unidos.

 

29 agosto 2022

José Acosta: poeta, cuentista y novelista

José Acosta (Santiago, República Dominicana, 1964). Poeta y narrador. Desde 1995 reside en Nueva York. Allí nos conocimos cuando laboraba como corresponsal de prensa en su oficina en la Corte del Bronx y cuando las películas de cintas VHS podían ser rentadas en cualquier esquina de Nueva York. Permítanme una aparente exageración: Si Rafael Nadal es un titán del tenis de alto rendimiento, José Acosta (JA) lo es de la poesía, el cuento y la novela. Esta comparación está avalada en las ocho ocasiones en que el autor ha ganado el Premio Anual de Literatura de la República Dominicana, el más importante del país, en los géneros de novela, cuento y poesía. Amén de otros premios y reconocimientos literarios relevantes y participación en eventos internacionales.

 

De sus obras más destacadas mencionamos:

 

Poesía


Territorios extraños (Premio Nacional de Poesía “Salomé Ureña de Henríquez” 1993), 

El evangelio según la Muerte (Premio Internacional de Poesía “Nicolás Guillén” 2003), 

Viaje al día venidero (Premio Nacional de Poesía “Salomé Ureña de Henríquez” 2016).

 

Cuento


El efecto dominó (Premio Nacional de Cuento Universidad Central del Este 2000), 

Los derrotados huyen a París (Premio Nacional de Cuento “José Ramón López” 2005), 

El patio de los bramidos (Premio Nacional de Cuento “José Ramón López” 2015); 

Muchacha negra en un banco del parque (Premio Nacional de Cuento “José Ramón López” 2021), 

 

Novela


 Perdidos en Babilonia (Premio Nacional de Novela “Manuel de Jesús Galván” 2005), 

La multitud (Premio Nacional de Novela “Manuel de Jesús Galván” 2011), 

Un kilómetro de mar (Premio Casa de las Américas 2015, en la categoría de Literatura Latina en los Estados Unidos),

El lodo y la nieve (Premio Nacional de Novela “Manuel de Jesús Galván” 2019). 


En 2010, su novela La tormenta está fuera estuvo entre las 10 finalistas del XV Premio Fernando Lara de Novela, de la editorial Planeta, y en 2011, fue finalista del Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo, de Francia. En 2016, el Banco Central de la República Dominicana editó e incluyó en su Colección Bibliográfica su novela La tormenta está fuera.

Dado que José Acosta es poeta, cuentista y novelista no podemos menos que pensar, decir y hablar del autor considerando esas tres grandes áreas de la literatura. Con la mayor brevedad posible, quisiera destacar cada uno de esos géneros literarios.

          I.     Poeta de la trascendencia

La poética de JA apunta a horizontes de trascendencia por cuanto abre sendas inéditas de la realidad que, aunque el ser humano de suyo puede intuirlas, tocarlas, pensarlas, no las puede traducir o comunicar con la belleza con que lo hace el poeta y, sobre todo, en la manera peculiar con que se expresa nuestro aeda. Hay en la poesía de JA, un halo de mística hörderliniana; más aún, una impronta de intangibilidad, asombro y misterio como acontece en R. M. Rilke e incluso se percibe en su obra poética la indeleble marca de la metafísica de Manuel del Cabral, uno de los más prominentes poetas dominicanos del siglo veinte.

Se puede afirmar que que JA es un poeta súbito, un poeta al que las musas le sorprenden cuando menos se lo espera y le dan un vuelco al corazón para que tome la lira e interprete el sonoro mensaje que pugna en su interior y que reclama salir de dentro en forma de arte, de palabra luminosa, cargada de vitalidad y verdad profunda. Dice el poeta en una entrevista realizada por Emilia Pereyra:


Cuando escribo poesía, siempre lo hago cuando tengo un “susto” en el corazón. Es un sentimiento que no sé definir con palabras, una sensación extraña, algo que me apremia, me empuja; algo mágico que me supera. Es como entrar una mano en la oscuridad y sacar una orquídea.[i] 


Reafirmamos nuevamente, JA es un poeta del asombro, de lo sutil y, hasta cierto punto, de lo metafísico por la gran cantidad de símbolos e imágenes con fuertes connotaciones que van más allá de la física, que ameritan un estudio especializado. Por ello su obra poética, según el parecer de algunos escritores, entra dentro de la denominada poética literaria interiorista, cuyos fundamentos contempla lo real trascendente y metafísico de la creación literaria.

En resumidas cuentas, en la poética de JA sobresalen, de un lado, la profundidad de sus temáticas, su tono reflexivo, interiorizante y trascendente. También destaca la preocupación por la muerte y por las grandes preguntas de la existencia. Su poética es visionaria –en el sentido en que W. Blake lo fuera– y plenamente humana por cuanto aborda las inquietudes y anhelos más profundo del corazón. Dejamos que sea el poeta el que, a partir de este momento, nos lea con sus poemas. Prestemos atención.

 

Del poemario Territorios extraños

 

El relámpago


El relámpago nace y no tiene tiempo

de recordarse a sí mismo.

Rasga el rostro del cielo, y no llega a comprender

que es la única herida de la nada.

¡Quién pudiera escalar

su esquelética forma de raíz

para mirar por sus rendijas

el escondite de Dios!

 

 

Del poemario Catequesis del íncubo

 

I

 

El universo resuena como llovizna

sobre el agua,

imperceptible como el susurro de un árbol al crecer.

Estamos encerrados en una dimensión oscura;

la noche es la sombra de una pared lejana;

Dios vive del otro lado.

No te has preguntado ¿a quién le ladran 

los perros?

¿Qué ven que tú no puedes descubrir con tu linterna?

Es al sonido de la eternidad,

al espacio que tú sólo conoces en sueños

y crees irreal.

Es a él mismo a quien el perro le ladra,

al ladrido que rebota al colisionar con la noche

y regresa irreconocible.

Es a ti a quien le ladran los perros,

a tu presencia que por tus pensamientos se desborda

llenando la Tierra de murmullos.

Del poemario Catequesis del íncubo

 

IV

 

Dios, ojalá que no mueras, que seas Tú

el significado de Eternidad, de esa palabra

sin sentido con la que se ocultan los cielos

y los ángeles aparecen por lo menos en nuestras historias.

Que eso, en que creía mamá, sea realmente cierto

y me dejes verla aunque sea lavando Tus platos.

Que hacia algún lado se haya ido el abuelo

que tanto me quiso.

Que sea verdad la vida, la plenitud de rosas

de la mirada, el mar que tarde o temprano nos encuentra.

Que sea la muerte ese sitio ignoto del océano

donde desaparecen los aviones, o la pared triste

que nos separa del tiempo.

No desmayes ahora en que rezamos,

no te desvanezcas, Dios, sigue siendo

aunque te vuelvas transparente

y no des con tus manos, no nos dejes sin la esperanza

de lo Eterno.

 

        II.     Un cuentista que muestra las cosas en vez de decirlas

La segunda vertiente creadora de JA es el cuento. Numerosos cuentos suyos han sido traducidos al inglés, francés, italiano y portugués. Como ya se sabe, JA es poeta, cuentista y novelista, sin embargo, no se percibe en sus escritos una tensión entre géneros literarios. Es posible que el cuentista o el novelista tienda a matar al poeta. Pero este último es, paradójicamente, quien salva a ambos. El escritor tiene una conciencia clara de cuando está en ‘modo poeta’, en ‘modo cuentista’ o en ‘modo novelista’, aunque también es cierto que el poeta esparce esporas de metáforas tanto en el cuento como en la novela con sutil belleza y armonía. El escritor sabe que los géneros literarios que controla son distintos entre sí, y distintas la técnicas y recursos lingüísticos, aunque el instrumento, la palabra, sea el mismo. El punto de partida para escribir un cuento es muy diferente, según lo dicho arriba, a escribir un poema. En este tenor dice el poeta respecto de la cuentística:


Para escribir un cuento, por ejemplo, solo tengo que sentarme ante la computadora, no así para escribir un poema. […]. He escrito cuentos de una imagen: una fotografía que aparece de repente en mi cabeza y no se aparta de mí. Otros, de ideas que se van armando en mi mente y que al final las tengo que sacar para que me dejen en paz.[ii]


Deseo resaltar en este segmento la particular teoría sobre el cuento, y de la narrativa en general, que tiene JA, inspirada en Henry James. La teoría en cuestión, es equiparable a la teoría del cuento de Julio Cortázar, Horacio Quiroga o Juan Bosch. Solamente enuncio dicha teoría para despertar el interés en los estudiosos e instarles a trabajar futuras tesis doctorales o de grado, pues creo que lo amerita. Un buen tema sería: “Estudio comparado de la teoría del cuento de Cortázar, Quiroga, Bosch y Acosta”.

El postulado central de la teoría del cuento de JA se puede resumir así: Muéstrale las cosas al lector, no se las digas. En este tenor, es oportuno señalar a Dostoievski a quien se le atribuye la frase: “No me digas que están tocando las campanillas, que las pueda oír”. Algo parecido dice el narrador dominicano Máximo Vega: “No me digas que hay un tipo bebiendo en la cantina, ponlo a beber”. Según esta tesis, hay que lograr que el lector vea las cosas, las toque, las olfatee y las escuche. Digamos que se trata de crear una atmósfera fictiva envolvente cargada de sensaciones que el lector puede captar con sus cinco sentidos. En el cuento Muchacha negra en un banco del parque, un cuento de antología, se puede observar una escena en la que el lector puede ver al personaje con exactitud.


Un día, recordando la frase que ella me había dicho en el velatorio de mi padre: «Al menos tú te paras en la puerta», abandoné mi eterno puesto en la caja registradora, fui a la puerta de la bodega y miré hacia el parque. Ella no estaba. Crucé la calle, me senté a la sombra del sicomoro y traté de ver desde allí lo que ella veía. Ante mí se alzaron el viejo letrero de colores desvaídos: “Nelson’s Grocery”, los grandes carteles con anuncios de baratillos y la ancha puerta. En la entrada, me vi a mí mismo parado, mirando hacia donde me hallaba en aquel momento, e imaginé que aquel joven se compadecía de mí. «Pobre bodeguero Nelson».


Tengo la sospecha de que la teoría del cuento de JA es aplicable también a la novela. El siguiente fragmento de Un kilómetro de mar, es una pieza modélica. La felicidad, dice Don Chicho, uno de los personajes emblemáticos de la obra, se oculta ante nuestros ojos como el fuego en un palito de fósforo. Obsérvese la maestría con la que el narrador se construye el siguiente fragmento. 


Sacó una cerilla de la caja que llevaba en el bolsillo de la camisa, y la levantó hacia los presentes como un cáliz. Uno se detiene en esta cabecita escarlata –agregó, ensimismado– y piensa: ahí está el fuego, agazapado como un felino, esperando el momento justo para saltar hacia la existencia, para consumarse y consumirse; en esos elementos, una mezcla, para que aprendan, muchachos, de trisulfuro de antimonio y un oxidante (normalmente dicromato potásico) aglutinados con cola, en ese matrimonio químico, se esconde el fuego en todo su esplendor. Guardó silencio por un instante, contemplando la cerilla con la fascinación del niño que mira por primera vez el esqueleto monumental de un dinosaurio. La rayó, la barrita de madera emitió un leve chirrido, y su rostro resplandeció como un santo de yeso en una cripta, al que se le acerca una antorcha.[iii]


     III.     La novelística  

El escritor JA, como toca varios registros literarios, conoce a la perfección la técnica narrativa con la que parece sentirse más desahogado y libre para expresar su cosmovisión. No en vano afirma:


La novela es el género que más disfruto escribir, porque me saca de la realidad y me entra en su mundo, un mundo hecho solo de palabras, que se va armando poco a poco hasta ser un todo.[iv] 


Hay en las novelas de JA una incuestionable riqueza del lenguaje y una manera poética de describir escenarios, hechos y acontecimientos que a mí se me antojan tan bellos que podría asegurar que se debe, eso ya lo dirá el autor si no, a la influencia de G. Flaubert. Diré algunas palabras de sus novelas más celebradas.


La multitud (2011). En esta novela, el autor logra lo que solamente he conseguido experimentar en las novelas de Miguel de Unamuno: inquietar, sacudir la conciencia del lector. Hay en esta obra un intento de revuelta de la razón, esto es, un intento de pensar el mundo de forma diferente, aguda e intuitiva. El protagonista Hugo Santana trata de conocer la fuente originaria de la sabiduría, o sea, el punto de partida del conocimiento humano.[v] Nótese la preocupación filosófica del autor. Los personajes de La multitud dan cuenta de las angustias existenciales, de la realidad, del pasado y del futuro, del yo, de la eternidad. De todas esas inquietudes universales, la del miedo a sí mismo es la más temible. Miedo al yo, a la verdad que subyace en el interior.


La tormenta está afuera (2014).[vi]  Esta novela trata de la identidad dominicana. Esta obra ha tenido resonancia en el ámbito intelectual dominicano y allende los mares. Recordemos que esta novela fue finalista del prestigioso Premio Planeta de España. José Alcántara, ensayista y crítico literario de incuestionable reputación, dice del autor y de la obra: «En el caso de José Acosta, estamos en presencia de un escritor muy bien formado, con un indiscutible dominio del castellano, quien lo emplea con una soltura y una claridad admirables, mediante una prosa que va desplegando con aplomo y seguridad en cada página».[vii] El escritor y periodista Luis Beiro dice de La tormenta está afuera: «Esta es una obra que respira dominicanidad por los cuatro costados, por la manera de enfrentar los cambios conductuales ante realidades distintas, ya bien propias o impuestas.»[viii]


Un kilómetro de mar (2015). Esta una novela, Premio Casa de América, es corta, pero muy comentada por la crítica.[ix]Según Osiris Vallejo los logros más importantes de esta obra son “la presentación de unos personajes que tienen vida propia y el retrato de una sociedad que a la vuelta de cada esquina parece combatir la individualidad”.[x] En el mismo orden, el escritor mexicano Roberto Arizmendi dice del autor: “Sus textos con frecuencia parecen una fotografía múltiple que en sus diversos momentos deja impresa la imagen transmutada de los personajes y las escenas, en una superposición de planos que se convierten en un culto al ser humano. Al hablar de los dos jóvenes protagonistas de Un kilómetro de mar, el autor declaró en una entrevista realizada por Johari Gautier: “Mi mayor intención fue llevarlos a un viaje donde descubrieran que el mundo, con su carga de cosas buenas y malas, es más grande de lo que ellos pudieran imaginar. Que cuando algo nos cierra el paso en la vida, hay que mirar más lejos y echarse a andar hacia lugares más propicios”.[xi]


 La mano que oculta del sol (2018). En esta novela el discurso narrativo fluye con naturalidad, hondura de pensamiento, enriquecido de recursos poéticos y metafóricos. Esto último es lo que le da realce a la narrativa de largo aliento, y el poeta y novelista lo sabe a la perfección y no escatima sus dotes de bardo para introducir frases y metáforas de incuestionable belleza. La escritora puertorriqueña Maya Rivera sostiene: «La mano que oculta el sol exhibe una prosa exquisitamente poética, a veces con cierto matiz filosófico. Mantiene al lector en un estado perpetuo de expectativa, que es indudablemente el ideal de todo narrador. En casi todos los capítulos es posible percibir la existencia de una realidad que está más allá de lo que se cuenta en la superficie”».[xii]

Un rasgo distintivo de la narrativa de JA es su preocupación por el drama humano en general, sobre todo, por el drama de los inmigrantes dominicanos en los Estados Unidos, inquietud esta extensible a otros ámbitos de la diáspora dominicana en Europa, entre otras partes del mundo. Dicho drama se ve salpicado por otras tragedias vicarias, silenciosas, reveladas por los protagonistas de sus novelas. 

 En sustancia, tanto el cuento como la novela, surgidos de la imaginación e inventiva de JA, destacan por el dominio preciso e innovador del castellano, el uso de recursos de otros géneros como las epístolas, el periodismo y la poesía. También el narrador profundiza –a veces con un tono filosófico– en la psicología, en la vida, en la biografía e historia, de los personajes y los muestra tal como son en la realidad de la ficción.

Termino diciendo que JA, poeta y narrador hispanoamericano, hace más bello el mundo con su poesía, más real lo imaginario y más imaginario lo real. Su obra conjunta perdurará como el rumor del mar en el interior de las caracolas.

 FaustoLH


[i] Emilia Pereyra, «José Acosta: “Hipólito Mejía es un excelente personaje de novela”», Diario Libre, 25 de junio de 2020, https://www.diariolibre.com/revista/cultura/jose-acosta-hipolito-mejia-es-un-excelente-personaje-de-novela-PG19686669.

[ii] Pereyra.

[iii] José Acosta, Un kilómetro de mar, 2.a ed. (Charleston, Carolina del Sur, Estados Unidos: Techo de Papel, 2015). p. 81. cf. p. 26 Es impresionante los efectos que se derivan de una risotada. Observemos en el siguiente pasaje los contrastes y matices entre los pájaros, las avispas, la mano hecha convertida en una pistola y la voz estruendosa. «Edy Polanco estalló en carcajadas, tan disonantes y bulliciosas, que de la cabellera de una palmera cercana huyó una bandada de ciguas, con el revuelo con que las avispas se alejan del panal apedreado. Sacó el pulgar de detrás del tirante de la mochila, convirtió la mano derecha en una pistola y empezó a disparar y brincar como un potro salvaje. Bajo los pies saltaban los guijarros; el cielo claro recibía su voz como recibiría truenos».

[iv] Pereyra, «José Acosta».

[v] Manuel Salvador Gautier, «En La multitud está el conocimiento: sobre la novela de José Acosta», Cuadrivium. Universidad de Puerto Rico 13 (2011), https://issuu.com/uprhumacao/docs/cuadrivium/s/11325573.

[vi] José Acosta, La tormenta está afuera, 1.a ed., vol. 222, Colección del Banco Central de la República Dominicana 76 (Santo Domingo. República Dominicana: Publicaciones del Banco Central de la República Dominicana, 2016).

[vii] José Alcántara Almánzar, «La tormenta está fuera, de José Acosta», 19 de abril de 2016, http://acostajose.blogspot.com/2016/04/la-tormenta-esta-fuera-de-jose-acosta.html.

[viii] Luis Beiro, «Literatura - La tormenta está afuera, de José Acosta | Listín Diario», Listín Diario, 10 de junio de 2016, sec. Literatura, https://listindiario.com/ventana/2016/06/11/422643/la-tormenta-esta-afuera-de-jose-acosta.

[ix] Acosta, Un kilómetro de mar. Luis Aníbal Medrano Silverio, «“Un kilómetro de mar”, nueva novela del laureado escritor dominicano José Acosta», Elgloboindependiente, 17 de agosto de 2014, sec. Cultural, https://www.elgloboindependiente.com/2014/08/un-kilometro-de-mar-nueva-novela-del.html.

[x] Osiris Vallejo, «Un Kilómetro de Mar», Artepoetica.Com (blog), 2016, https://www.artepoetica.com/book/un-kilometro-de-mar/.

[xi] Johari Gautier Carmona, «“En Casa de Mi Abuela, Mis Tíos Siempre Narraban Historias de Aparecidos”: José Acosta», PanoramaCultural.com.co, 2 de febrero de 2016, https://panoramacultural.com.co/literatura/3984/en-casa-de-mi-abuela-mis-tios-siempre-narraban-historias-de-aparecidos-jose-acosta.

[xii] Citado por Merit Designs 2022 Villar Web developer: Andrés J., «José Acosta exhibe obra “La mano que oculta el sol” en Feria del Libro de Madrid», Extra Digital (blog), accedido 20 de agosto de 2022, https://extradigital.com.do/espectaculos/jose-acosta-exhibe-obra-la-mano-que-oculta-el-sol-en-feria-del-libro-de-madrid/.

28 agosto 2022

Poética de Federico García Lorca: imagen y símbolos

La poesía de García Lorca es considerada como una de las más hermosas y líricas en habla española. En ella confluyen muchos elementos de la tradición y la vanguardia, tales como el soneto, el romance o el surrealismo. (Hernández Torres, 2008). También en su poesía aparecen temas relacionados con la infancia, la revolución social, el amor, el erotismo y la muerte. (Serrano Begega, 2012).

 

García Lorca es, ante todo, un artista de la palabra poética, no un filósofo del arte, como señala en un clásico ensayo Allen W. Phillips. (Phillips, 1958). El argumento de Phillips, es certero, sin embargo se puede discutir argumentando que, aunque el poeta granadino no sea un Dámaso Alonso o un Paul Valery, conocidos como grandes teóricos del pensamiento creador, es un excelente crítico literario y un extraordinario conocedor de la tradición literaria española como lo demuestra la célebre conferencia sobre La imagen poética de D. Luis de Góngora, (García Lorca, 2021) de la cual diremos algo más abajo.

 

Otros rasgos importantes de la poética de García Lorca son el uso de símbolos y metáforas y, por supuesto, la musicalidad. Sobre esta última característica recomendamos el ensayo sobre Música, ritmo y literatura de Carmen Romero de la Universidad de Valladolid. (Romero Claudio, 2020). Gracias al influjo de cantos tradicionales, el juego de palabras, y la agilidad de sus composiciones, los versos de García Lorca se prestan tanto para ser cantados como recitados. Cabe resaltar que la poesía lorquiana experimenta cambios significativos debido, probablemente, a los embates sufridos en su propia vida. (Serrano Begega, 2012).

 

La metáfora y los símbolos

 

a.     La metáfora para García Lorca

 

Retomamos la conferencia de nuestro poeta, La imagen poética de D. Luis de Góngora, pronunciada en Granada en 1926. (García Lorca, 2021). En esta ponencia el poeta granadino se explaya con una maestría y erudición exquisitas. Aborda a Góngora con una autoridad y un dominio incuestionables. García Lorca dice algo que todos debemos tener presente, a saber, que “Un poeta tiene que ser profesor de los cinco sentidos. Los cinco sentidos corporales, en este orden: vista, tacto, oído, olfato y gusto.” (García Lorca, 2021).

 

Macarena Cuiñas Gómez, comentando la conferencia de García Lorca, subraya que para que la metáfora tenga vida necesita dos cosas: forma y radio de acción. La forma de la metáfora, el esqueleto, es el núcleo central y el radio de acción es lo que la rodea. (Cuiñas Gómez, 2018). La metáfora objetiva lorquiana no puede regirse por cualquiera de los sentidos, sino por el mayor de todos ellos, la vista. Según el poeta de Fuente Vaqueros, la vista es la que rige la metáfora, es decir, la que le da realidad. El concepto de metáfora objetiva necesita de otro elemento fundamental, la imaginación. Esta es la que une, asocia y crea nuevos mundos líricos. En sustancia, la metáfora objetiva ha de tener forma y radio de acción y pasar por el filtro de los sentidos, especialmente la vista, y ser procesada por la imaginación de la cual brotarán mundos líricos nuevos y sugerentes.

 

b.    La técnica

 

Para escribir poesía, según el pensar de García Lorca, no es necesario escribir en caliente, esto es, durante el momento de inspiración. Hasta los místicos escriben sus versos después de haber bajado de su estado extático o de arrobamiento. En este tenor escribe el poeta:

 

Aun los místicos, trabajan cuando ya la inefable paloma del Espíritu Santo abandona sus celdas y se va perdiendo por las nubes. (García Lorca, 2021).

 

Esto quiere decir, que la técnica de García Lorca consiste en escribir en un estado de reposo o, lo que es lo mismo, de recogimiento (Zardoy A., 1954). Esta actitud se basa en una técnica, en una manera de hacer, que adquirirá fluidez y perfeccionamiento. Otro rasgo de la técnica de creación poética de García Lorca es, según M. García Posada, “entrar directamente en el tema, sin preámbulos”, (García Posada, 1982), como acontece en los poemas “Romance de la pena negra” y “Romance de la Luna, luna”. Los diálogos son directos y sin rodeos. Nuestro poeta tiene intuiciones, inspiraciones y una imaginación luminosa, pero trabaja laboriosamente, siguiendo unas pautas, una forma de crear certera.

 

c.     El tono

 

La cultura y sociedad andaluzas, permeadas profundamente por la costumbre gitana, ha sido caldo de cultivo del tono melancólico en la poesía de García Lorca. Este rasgo de melancolía lo hallamos en el Romancero gitano donde la muerte, la frustración, el sufrimiento y la pena están como telón de fondo. (Abd, 2022). El Romancero gitano muestra, según Mithal Ahmed, la realidad trágica y miserable de los gitanos de su tiempo. El poeta expresa, con un deje melancólico, la muerte, la traición y la angustia de la etnia gitana. Esta obra destaca, en su conjunto, la cultura y el folclor de Andalucía. El folclor andaluz, en gran medida gitano, se representa en el canto, el baile y el flamenco. Vale decir, también, que el tema de la muerte es recurrente en la obra de García Lorca. Junto al tema de la muerte, se unen, como hemos indicado, otros elementos que apuntan a la tragedia, a la pena y al sufrimiento de los gitanos.

 

d.    El simbolismo

 

Según la estudiosa Rosario Martínez, el poeta García Lorca emplea sustantivos y adjetivos como símbolos. (Martínez Galán, 1990). Respecto a los primeros hay dos tipos: nombres propios que son en sí mismos símbolos: Soledad, Amargo, Anunciación. El segundo tipo está compuesto por nombres comunes provenientes de la naturaleza, el reino animal y vegetal. Simbolizan la muerte: luna, navaja, sangre, adelfas, entre otros.

 

En el mismo orden de cosas, los adjetivos destacan los símbolos asociados a los colores favoritos del poeta, a saber: blanco, negro y verde, entre otros. Simbolizan la muerte: el color verde, negro, blanco, plata, rojo. También simbolizan la muerte los adjetivos generales: amarga, nocturno, sombrío. El amarillo es símbolo de presagio trágico, hastío, erotismo; azul, inocencia, esperanza.

 

Existe un tercer bloque de símbolos que emergen de la combinación de sustantivos y adjetivos. Simbolizan la muerte: pez plateado, ángeles negros, fría plata, verdes barandas, entre otros.

 

Justo Fernández López, refiriéndose a los símbolos lorquianos asevera que «El simbolismo de Lorca no es descriptivo, sino evocativo. Con su simbolismo, Lorca libera el lenguaje de su patetismo ampuloso». (Fernández López, 1999). En ese tenor, Vadillo Comosaña, profesor de la Universidad Nacional de México, destaca el viento y la luna, dos símbolos emblemáticos en la obra Romancero gitano, en los que nos vamos a detener a continuación. (Vadillo Comosaña, 2021).

 

 

El viento

 

En la tradición hispánica se puede constatar el predominio de una naturaleza erotizada y la religiosidad naturalística. Es ahí, desde esos dos mundos, desde donde situamos los símbolos del viento y la luna en la obra de García Lorca. El poeta granadino ha creado dos mitos, el de la “luna como bailarina mortal” y el viento como Sátiro. En la siguiente copla tradicional, que sirve telón de fondo al poeta, el viento simboliza al amante excitando a su amada:

 

A los olivaritos

voy esta tarde,

a ver cómo menea

la hoja el aire.

 

Pongamos otro ejemplo de copla tradicional en la cual se emplea el verbo menear para referirse simbólicamente al acto sexual por medio del viento y las hojas. Obsérvese.

 

Tres hojitas, madre,

tiene el arbolé,

la una en la rama,

las dos en el pie.

Dábales el aire,

meneábanse.

 

Es importante enfatizar que en el simbolismo tradicional el viento, con frecuencia, alude al impulso sexual varonil. Sin embargo, García Lorca le da un giro notable. En los dos versos siguientes, la higuera simboliza el erotismo activo de la mujer y el viento, fijémonos, queda en una posición pasiva. En el poema “Romance sonámbulo” dice el poeta:

 

La higuera frota su viento

con la lija de sus ramas.

 

La tradición popular, conocida por García Lorca al dedillo, cree que el viento es una fuerza siniestra. Observemos los dos versos siguientes del “Romance de la Luna, luna”.

 

El aire la vela, vela.

El aire la está velando.

 

En el poema “Preciosa y el aire” hay un vestigio de la tradición cristiana en la figura de un santo (Cristobalón) que alude a su pasado mundano, pero también obsérvese la influencia de la tradición grecolatina en la figura pícara y licenciosa de Sátiro. Veamos.

 

Su luna de pergamino

Preciosa tocando viene.

Al verla se ha levantado

el viento que nunca duerme.

 

Su luna de pergamino

Preciosa tocando viene.

Al verla se ha levantado

el viento que nunca duerme.

San Cristobalón desnudo,

lleno de lenguas celestes,

mira a la niña tocando

una dulce gaita ausente.

-Niña, deja que levante

tu vestido para verte.

Abre en mis dedos antiguos

la rosa azul de tu vientre.

 

¡Preciosa, corre, preciosa, Preciosa,

que te coge el viento verde!

¡Preciosa, corre, Preciosa!

¡Míralo por donde viene!

Sátiro de estrellas bajas

con sus lenguas relucientes.

 

En el mismo orden de cosas, en el Romancero Gitano, el “verde viento” posee una gran riqueza simbólica, por cuanto representa las constantes transformaciones de la vida y la muerte del ser humano, pero también del mundo vegetal natural y orgánico. El ser humano, como el viento, está en movimiento y la naturaleza transcurre constantemente. El viento se presenta como una paradoja de la existencia humana, esto es, según Vadillo Comosaña, que “para poder ser hay que dejar de ser constantemente”. En el siguiente poema, “Romance sonámbulo”, el viento adquiere, al final del mismo, una expresión mortal, fúnebre y se asocia con la amargura y el dolor, dice así:

 

Verde que te quiero verde,

verde viento, verdes ramas.

El barco sobre la mar

y el caballo en la montaña.

Con la sombra en la cintura

ella sueña en su baranda,

verde carne, pelo verde,

con ojos de fría plata.

Verde que te quiero verde.

 

Verde que te quiero verde,

verde viento, verde ramas.

Los dos compadres subieron.

El largo viento dejaba

en la boca un raro gusto

de hiel, de menta y de albahaca.

 

La simbología del viento engarza con la tradición. En el poema “La casada infiel” alude al acto sexual.

 

Sucia de besos y arena,

yo me la llevé al río.

Con el aire se batían

las espaldas de los lirios.

 

En resumidas cuentas, el verde viento, el viento sátiro, el viento cómplice de la luna, el viento sonámbulo, nos dan una visión del mundo del poeta granadino en el que confluye la tradición grecolatina, la cristiana y la tradición popular. (Fernández López, 1999).

 

 

La luna

 

Antes que nada, vale la pena mencionar a la estudiosa china Sofía Nanyu Chen, la cual dedica un ensayo de gran calado al símbolo de la luna lorquiana, (Chen Nanyu, 2018). En las religiones antiguas la luna es una deidad que expresa tanto el devenir humano como el de la naturaleza. El ser humano se ve reflejado en el ciclo lunar y esto en un doble sentido. De un lado, en lo referente a nacer, vivir y morir. Del otro, en la posibilidad de resucitar. En el poema “Romance de la Luna, luna” dice el poeta: “Por el cielo va la luna / con un niño de la mano”, como si quisiera decir que la luna le hubiera dado la vida. Pero, por el contrario, también la luna puede acoger en sus brazos el cuerpo de una gitana muerta en el fondo de un aljibe. En el “Romance sonámbulo” dice el poeta con sutil imaginación:

 

Sobre el rostro del aljibe

se mecía la gitana.

 

La luna es un tema recurrente no solo en el Romancero gitano, sino también en otros poemarios, particularmente el Cante jondo. (Correa Retamar, 2008). En la “Burla de don Pedro a caballo” la luna siente envidia de su propio reflejo en el agua, como si fuera más real su reflejo que la luna misma:

 

Sobre el agua

una luna redonda

se baña,

dando envidia a la otra ¡tan alta!

 

La luna, por otra parte, es símbolo de la muerte. García Lorca asocia los colores de la luna con el mundo gitano de la fragua. El rojo de la luna se relaciona con el metal pasado por la fragua. Al eclipse total de luna –como el que pudimos ver en mayo de 2022– se le llama ‘luna de sangre’ por el color rojizo que adquiere su aspecto astronómico. La sangre y la muerte parecen regirse, en la lógica lorquiana, por la divinidad lunar. La luna negra es la diosa de la muerte y la adivinación, siendo esta última fundamental en el mundo gitano. La luna necesita, paradójicamente, de la sangre de los muertos para desarrollar sus fases cíclicas con las que la vida vegetal y animal se renueva. En el poema “Luna negra” leemos:

 

En el cielo de la copla

asoma la luna negra

sobre las nubes moradas.

Y en el suelo de la copla

hay yunques negros que aguardan

poner al rojo la luna.

 

 

Erotismo, muerte y luna se relacionan en la poética lorquiana. Para el caso, el poema “Romance de la Luna, luna” pone de relieve uno de los mitos más sugerentes creados por García Loraca, la bailarina mortal, la cual aparece enseñando sus senos.

 

En el aire conmovido

mueve la luna sus brazos

y enseña, lúbrica y pura,

sus senos de duro estaño.

 

El erotismo de García Lorca es fino, muy trabajado y de una sutileza asombrosa. En la “La casada infiel” leemos:

 

ni los cristales con luna

relumbran con ese brillo.

 

 

Otro poema donde queda bien reflejado el erotismo es en el poema “Thamar y Amnón”, en el tenemos los versos siguientes:

 

Amnón estaba mirando

la luna redonda y baja,

y vio en la luna los pechos

durísimos de su hermana.

 

Insistimos, el erotismo y la muerte son aspectos inseparables en la poética de García Lorca, aunque conviene decir que no siempre el erotismo es explícito, como podemos leer en “Muerto de amor”:

 

Ajo de agónica plata

la luna menguante pone

cabelleras amarillas

a las amarillas torres.

 

La luna alude a la muerte, también, sin relación al erotismo en el poema “Romance de la Guardia Civil Española”, el cual expresa la muerte de gitanos a manos de la Guardia Civil.

 

¡Oh, ciudad de los gitanos!

¿Quién te vio y no te recuerda?

Que te busquen en mi frente.

Juego de luna y arena.

 

Como colofón de estos apuntes, quisiera recordar que en el año 2004 fue puesto en escena el Romancero gitano en el Teatro Español de Madrid. (Chen Nanyu, 2018). La obra inicia con el “Romance de Luna, luna” y en todo el drama la luna, que trastoca toda la realidad en el mundo gitano, es la protagonista. En la escenografía, la Luna es una diosa posesiva, complicada, celosa, posesiva e inocente, poseedora de un poder caprichoso. En definitiva, la luna lorquiana es parte de la naturaleza e interactúa con el ser humano, en contraposición a los dioses griegos, que influían y alteraban los deseos y aspiraciones humanas.

 

Conclusión

 

Federico García Lorca, poeta emblemático de la Generación del 27, supo escoger los símbolos que entretejen su poética. Enriqueció las letras castellanas al elevar algunos de esos símbolos, tales como la luna y el viento, a la categoría de mitos reinventados por él con gran fuerza expresiva. El viento, siempre cambiante, nos remite a la vida constante cambio y transformación. La luna, por su parte, ha inspirado siempre a los poetas de todos los tiempos como acontece con la emblemática obra Sueño de una noche de verano de Shakespeare, en la cual se menciona la luna más de cincuenta veces. En el Romancero gitano, donde hemos puesto el acento en este comentario, la luna lorquiana es antropomórfica por cuanto personifica la psicología humana, a la vez que actúa como diosa con poderes sobrenaturales. En suma, la poética de Federico García Lorca es la poética de lo humano, de lo vital, de lo natural, de la música, de la emoción y del lirismo fresco, atrevido y sensual.

FaustoLH 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

            Abd, M.A., 2022. La visión melancólica y los signos de pesimismo en la poesía de Lorca “el romancero gitano como muestra. Ishraqat Tanmawia Univ. Baghdad Coll. Lang. 7.

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