28 agosto 2022

Poética de Federico García Lorca: imagen y símbolos

La poesía de García Lorca es considerada como una de las más hermosas y líricas en habla española. En ella confluyen muchos elementos de la tradición y la vanguardia, tales como el soneto, el romance o el surrealismo. (Hernández Torres, 2008). También en su poesía aparecen temas relacionados con la infancia, la revolución social, el amor, el erotismo y la muerte. (Serrano Begega, 2012).

 

García Lorca es, ante todo, un artista de la palabra poética, no un filósofo del arte, como señala en un clásico ensayo Allen W. Phillips. (Phillips, 1958). El argumento de Phillips, es certero, sin embargo se puede discutir argumentando que, aunque el poeta granadino no sea un Dámaso Alonso o un Paul Valery, conocidos como grandes teóricos del pensamiento creador, es un excelente crítico literario y un extraordinario conocedor de la tradición literaria española como lo demuestra la célebre conferencia sobre La imagen poética de D. Luis de Góngora, (García Lorca, 2021) de la cual diremos algo más abajo.

 

Otros rasgos importantes de la poética de García Lorca son el uso de símbolos y metáforas y, por supuesto, la musicalidad. Sobre esta última característica recomendamos el ensayo sobre Música, ritmo y literatura de Carmen Romero de la Universidad de Valladolid. (Romero Claudio, 2020). Gracias al influjo de cantos tradicionales, el juego de palabras, y la agilidad de sus composiciones, los versos de García Lorca se prestan tanto para ser cantados como recitados. Cabe resaltar que la poesía lorquiana experimenta cambios significativos debido, probablemente, a los embates sufridos en su propia vida. (Serrano Begega, 2012).

 

La metáfora y los símbolos

 

a.     La metáfora para García Lorca

 

Retomamos la conferencia de nuestro poeta, La imagen poética de D. Luis de Góngora, pronunciada en Granada en 1926. (García Lorca, 2021). En esta ponencia el poeta granadino se explaya con una maestría y erudición exquisitas. Aborda a Góngora con una autoridad y un dominio incuestionables. García Lorca dice algo que todos debemos tener presente, a saber, que “Un poeta tiene que ser profesor de los cinco sentidos. Los cinco sentidos corporales, en este orden: vista, tacto, oído, olfato y gusto.” (García Lorca, 2021).

 

Macarena Cuiñas Gómez, comentando la conferencia de García Lorca, subraya que para que la metáfora tenga vida necesita dos cosas: forma y radio de acción. La forma de la metáfora, el esqueleto, es el núcleo central y el radio de acción es lo que la rodea. (Cuiñas Gómez, 2018). La metáfora objetiva lorquiana no puede regirse por cualquiera de los sentidos, sino por el mayor de todos ellos, la vista. Según el poeta de Fuente Vaqueros, la vista es la que rige la metáfora, es decir, la que le da realidad. El concepto de metáfora objetiva necesita de otro elemento fundamental, la imaginación. Esta es la que une, asocia y crea nuevos mundos líricos. En sustancia, la metáfora objetiva ha de tener forma y radio de acción y pasar por el filtro de los sentidos, especialmente la vista, y ser procesada por la imaginación de la cual brotarán mundos líricos nuevos y sugerentes.

 

b.    La técnica

 

Para escribir poesía, según el pensar de García Lorca, no es necesario escribir en caliente, esto es, durante el momento de inspiración. Hasta los místicos escriben sus versos después de haber bajado de su estado extático o de arrobamiento. En este tenor escribe el poeta:

 

Aun los místicos, trabajan cuando ya la inefable paloma del Espíritu Santo abandona sus celdas y se va perdiendo por las nubes. (García Lorca, 2021).

 

Esto quiere decir, que la técnica de García Lorca consiste en escribir en un estado de reposo o, lo que es lo mismo, de recogimiento (Zardoy A., 1954). Esta actitud se basa en una técnica, en una manera de hacer, que adquirirá fluidez y perfeccionamiento. Otro rasgo de la técnica de creación poética de García Lorca es, según M. García Posada, “entrar directamente en el tema, sin preámbulos”, (García Posada, 1982), como acontece en los poemas “Romance de la pena negra” y “Romance de la Luna, luna”. Los diálogos son directos y sin rodeos. Nuestro poeta tiene intuiciones, inspiraciones y una imaginación luminosa, pero trabaja laboriosamente, siguiendo unas pautas, una forma de crear certera.

 

c.     El tono

 

La cultura y sociedad andaluzas, permeadas profundamente por la costumbre gitana, ha sido caldo de cultivo del tono melancólico en la poesía de García Lorca. Este rasgo de melancolía lo hallamos en el Romancero gitano donde la muerte, la frustración, el sufrimiento y la pena están como telón de fondo. (Abd, 2022). El Romancero gitano muestra, según Mithal Ahmed, la realidad trágica y miserable de los gitanos de su tiempo. El poeta expresa, con un deje melancólico, la muerte, la traición y la angustia de la etnia gitana. Esta obra destaca, en su conjunto, la cultura y el folclor de Andalucía. El folclor andaluz, en gran medida gitano, se representa en el canto, el baile y el flamenco. Vale decir, también, que el tema de la muerte es recurrente en la obra de García Lorca. Junto al tema de la muerte, se unen, como hemos indicado, otros elementos que apuntan a la tragedia, a la pena y al sufrimiento de los gitanos.

 

d.    El simbolismo

 

Según la estudiosa Rosario Martínez, el poeta García Lorca emplea sustantivos y adjetivos como símbolos. (Martínez Galán, 1990). Respecto a los primeros hay dos tipos: nombres propios que son en sí mismos símbolos: Soledad, Amargo, Anunciación. El segundo tipo está compuesto por nombres comunes provenientes de la naturaleza, el reino animal y vegetal. Simbolizan la muerte: luna, navaja, sangre, adelfas, entre otros.

 

En el mismo orden de cosas, los adjetivos destacan los símbolos asociados a los colores favoritos del poeta, a saber: blanco, negro y verde, entre otros. Simbolizan la muerte: el color verde, negro, blanco, plata, rojo. También simbolizan la muerte los adjetivos generales: amarga, nocturno, sombrío. El amarillo es símbolo de presagio trágico, hastío, erotismo; azul, inocencia, esperanza.

 

Existe un tercer bloque de símbolos que emergen de la combinación de sustantivos y adjetivos. Simbolizan la muerte: pez plateado, ángeles negros, fría plata, verdes barandas, entre otros.

 

Justo Fernández López, refiriéndose a los símbolos lorquianos asevera que «El simbolismo de Lorca no es descriptivo, sino evocativo. Con su simbolismo, Lorca libera el lenguaje de su patetismo ampuloso». (Fernández López, 1999). En ese tenor, Vadillo Comosaña, profesor de la Universidad Nacional de México, destaca el viento y la luna, dos símbolos emblemáticos en la obra Romancero gitano, en los que nos vamos a detener a continuación. (Vadillo Comosaña, 2021).

 

 

El viento

 

En la tradición hispánica se puede constatar el predominio de una naturaleza erotizada y la religiosidad naturalística. Es ahí, desde esos dos mundos, desde donde situamos los símbolos del viento y la luna en la obra de García Lorca. El poeta granadino ha creado dos mitos, el de la “luna como bailarina mortal” y el viento como Sátiro. En la siguiente copla tradicional, que sirve telón de fondo al poeta, el viento simboliza al amante excitando a su amada:

 

A los olivaritos

voy esta tarde,

a ver cómo menea

la hoja el aire.

 

Pongamos otro ejemplo de copla tradicional en la cual se emplea el verbo menear para referirse simbólicamente al acto sexual por medio del viento y las hojas. Obsérvese.

 

Tres hojitas, madre,

tiene el arbolé,

la una en la rama,

las dos en el pie.

Dábales el aire,

meneábanse.

 

Es importante enfatizar que en el simbolismo tradicional el viento, con frecuencia, alude al impulso sexual varonil. Sin embargo, García Lorca le da un giro notable. En los dos versos siguientes, la higuera simboliza el erotismo activo de la mujer y el viento, fijémonos, queda en una posición pasiva. En el poema “Romance sonámbulo” dice el poeta:

 

La higuera frota su viento

con la lija de sus ramas.

 

La tradición popular, conocida por García Lorca al dedillo, cree que el viento es una fuerza siniestra. Observemos los dos versos siguientes del “Romance de la Luna, luna”.

 

El aire la vela, vela.

El aire la está velando.

 

En el poema “Preciosa y el aire” hay un vestigio de la tradición cristiana en la figura de un santo (Cristobalón) que alude a su pasado mundano, pero también obsérvese la influencia de la tradición grecolatina en la figura pícara y licenciosa de Sátiro. Veamos.

 

Su luna de pergamino

Preciosa tocando viene.

Al verla se ha levantado

el viento que nunca duerme.

 

Su luna de pergamino

Preciosa tocando viene.

Al verla se ha levantado

el viento que nunca duerme.

San Cristobalón desnudo,

lleno de lenguas celestes,

mira a la niña tocando

una dulce gaita ausente.

-Niña, deja que levante

tu vestido para verte.

Abre en mis dedos antiguos

la rosa azul de tu vientre.

 

¡Preciosa, corre, preciosa, Preciosa,

que te coge el viento verde!

¡Preciosa, corre, Preciosa!

¡Míralo por donde viene!

Sátiro de estrellas bajas

con sus lenguas relucientes.

 

En el mismo orden de cosas, en el Romancero Gitano, el “verde viento” posee una gran riqueza simbólica, por cuanto representa las constantes transformaciones de la vida y la muerte del ser humano, pero también del mundo vegetal natural y orgánico. El ser humano, como el viento, está en movimiento y la naturaleza transcurre constantemente. El viento se presenta como una paradoja de la existencia humana, esto es, según Vadillo Comosaña, que “para poder ser hay que dejar de ser constantemente”. En el siguiente poema, “Romance sonámbulo”, el viento adquiere, al final del mismo, una expresión mortal, fúnebre y se asocia con la amargura y el dolor, dice así:

 

Verde que te quiero verde,

verde viento, verdes ramas.

El barco sobre la mar

y el caballo en la montaña.

Con la sombra en la cintura

ella sueña en su baranda,

verde carne, pelo verde,

con ojos de fría plata.

Verde que te quiero verde.

 

Verde que te quiero verde,

verde viento, verde ramas.

Los dos compadres subieron.

El largo viento dejaba

en la boca un raro gusto

de hiel, de menta y de albahaca.

 

La simbología del viento engarza con la tradición. En el poema “La casada infiel” alude al acto sexual.

 

Sucia de besos y arena,

yo me la llevé al río.

Con el aire se batían

las espaldas de los lirios.

 

En resumidas cuentas, el verde viento, el viento sátiro, el viento cómplice de la luna, el viento sonámbulo, nos dan una visión del mundo del poeta granadino en el que confluye la tradición grecolatina, la cristiana y la tradición popular. (Fernández López, 1999).

 

 

La luna

 

Antes que nada, vale la pena mencionar a la estudiosa china Sofía Nanyu Chen, la cual dedica un ensayo de gran calado al símbolo de la luna lorquiana, (Chen Nanyu, 2018). En las religiones antiguas la luna es una deidad que expresa tanto el devenir humano como el de la naturaleza. El ser humano se ve reflejado en el ciclo lunar y esto en un doble sentido. De un lado, en lo referente a nacer, vivir y morir. Del otro, en la posibilidad de resucitar. En el poema “Romance de la Luna, luna” dice el poeta: “Por el cielo va la luna / con un niño de la mano”, como si quisiera decir que la luna le hubiera dado la vida. Pero, por el contrario, también la luna puede acoger en sus brazos el cuerpo de una gitana muerta en el fondo de un aljibe. En el “Romance sonámbulo” dice el poeta con sutil imaginación:

 

Sobre el rostro del aljibe

se mecía la gitana.

 

La luna es un tema recurrente no solo en el Romancero gitano, sino también en otros poemarios, particularmente el Cante jondo. (Correa Retamar, 2008). En la “Burla de don Pedro a caballo” la luna siente envidia de su propio reflejo en el agua, como si fuera más real su reflejo que la luna misma:

 

Sobre el agua

una luna redonda

se baña,

dando envidia a la otra ¡tan alta!

 

La luna, por otra parte, es símbolo de la muerte. García Lorca asocia los colores de la luna con el mundo gitano de la fragua. El rojo de la luna se relaciona con el metal pasado por la fragua. Al eclipse total de luna –como el que pudimos ver en mayo de 2022– se le llama ‘luna de sangre’ por el color rojizo que adquiere su aspecto astronómico. La sangre y la muerte parecen regirse, en la lógica lorquiana, por la divinidad lunar. La luna negra es la diosa de la muerte y la adivinación, siendo esta última fundamental en el mundo gitano. La luna necesita, paradójicamente, de la sangre de los muertos para desarrollar sus fases cíclicas con las que la vida vegetal y animal se renueva. En el poema “Luna negra” leemos:

 

En el cielo de la copla

asoma la luna negra

sobre las nubes moradas.

Y en el suelo de la copla

hay yunques negros que aguardan

poner al rojo la luna.

 

 

Erotismo, muerte y luna se relacionan en la poética lorquiana. Para el caso, el poema “Romance de la Luna, luna” pone de relieve uno de los mitos más sugerentes creados por García Loraca, la bailarina mortal, la cual aparece enseñando sus senos.

 

En el aire conmovido

mueve la luna sus brazos

y enseña, lúbrica y pura,

sus senos de duro estaño.

 

El erotismo de García Lorca es fino, muy trabajado y de una sutileza asombrosa. En la “La casada infiel” leemos:

 

ni los cristales con luna

relumbran con ese brillo.

 

 

Otro poema donde queda bien reflejado el erotismo es en el poema “Thamar y Amnón”, en el tenemos los versos siguientes:

 

Amnón estaba mirando

la luna redonda y baja,

y vio en la luna los pechos

durísimos de su hermana.

 

Insistimos, el erotismo y la muerte son aspectos inseparables en la poética de García Lorca, aunque conviene decir que no siempre el erotismo es explícito, como podemos leer en “Muerto de amor”:

 

Ajo de agónica plata

la luna menguante pone

cabelleras amarillas

a las amarillas torres.

 

La luna alude a la muerte, también, sin relación al erotismo en el poema “Romance de la Guardia Civil Española”, el cual expresa la muerte de gitanos a manos de la Guardia Civil.

 

¡Oh, ciudad de los gitanos!

¿Quién te vio y no te recuerda?

Que te busquen en mi frente.

Juego de luna y arena.

 

Como colofón de estos apuntes, quisiera recordar que en el año 2004 fue puesto en escena el Romancero gitano en el Teatro Español de Madrid. (Chen Nanyu, 2018). La obra inicia con el “Romance de Luna, luna” y en todo el drama la luna, que trastoca toda la realidad en el mundo gitano, es la protagonista. En la escenografía, la Luna es una diosa posesiva, complicada, celosa, posesiva e inocente, poseedora de un poder caprichoso. En definitiva, la luna lorquiana es parte de la naturaleza e interactúa con el ser humano, en contraposición a los dioses griegos, que influían y alteraban los deseos y aspiraciones humanas.

 

Conclusión

 

Federico García Lorca, poeta emblemático de la Generación del 27, supo escoger los símbolos que entretejen su poética. Enriqueció las letras castellanas al elevar algunos de esos símbolos, tales como la luna y el viento, a la categoría de mitos reinventados por él con gran fuerza expresiva. El viento, siempre cambiante, nos remite a la vida constante cambio y transformación. La luna, por su parte, ha inspirado siempre a los poetas de todos los tiempos como acontece con la emblemática obra Sueño de una noche de verano de Shakespeare, en la cual se menciona la luna más de cincuenta veces. En el Romancero gitano, donde hemos puesto el acento en este comentario, la luna lorquiana es antropomórfica por cuanto personifica la psicología humana, a la vez que actúa como diosa con poderes sobrenaturales. En suma, la poética de Federico García Lorca es la poética de lo humano, de lo vital, de lo natural, de la música, de la emoción y del lirismo fresco, atrevido y sensual.

FaustoLH 

 

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