I. Génesis de “Hay un país en el mundo”
Para abordar este punto voy a seguir a la escritora dominicana Ángela Hernández,[1] quien ha tenido una brillante idea sobre cómo se gestó el poemario en cuestión, que creo relevante. Hernández sostiene la tesis de que Hay un país en el mundo es producto de un desencuentro entre Nicolás Guillén y Pedro Mir.
Una carta de Pedro Mir a Nicolás Guillén, fechada el 19 de septiembre de 1948, sirve a Ángela Hernández para sostener, de forma plausible, la génesis de Hay un país en el mundo. El marco general de la epístola mencionada, escrita siete meses antes de que viera la luz dicho poemario, reside en poner en evidencia el desencuentro entre el afamado poeta cubano y el poeta dominicano, ambos de izquierdas. Lo que incomoda a Mir es que Guillén, al parecer, no puede ocultar un cierto menosprecio hacia los dominicanos y, por consiguiente, hacia los líderes antitrujillistas exiliados.
Te asquean los líderes dominicanos. Ya verás algún día, comprenderás algún día lo que es un líder dominicano con un machete en la mano.[2]
Dicho sin ambages, Guillén tiene una concepción pobre, miope, del pueblo dominicano, de su identidad, valor y coraje. Digamos, con otras palabras, que el poeta nacional cubano, con ciertas ínfulas de suficiencia, al amparo de los poetas rusos como Vladimir Maiakovsky y otros afines, como Pablo Neruda, no puede ocultar su desdén hacia los dominicanos y, en consecuencia, su actitud pasiva para escribir a favor de sus vecinos.
Al hilo de lo dicho, es importante señalar que Cuba, en la década de los cuarenta del siglo XX, vive un apogeo cultural notable. Sin embargo, Mir, que conoce la realidad social más allá de La Habana, le hace ver a Guillén que fuera de la capital cubana la mayoría de la población vive en condiciones lamentables.
Esa atmósfera de desencuentro, roce y disgusto, según el pensar de la escritora Ángela Hernández, es la que propicia la aparición de Hay un país en el mundo. Este poemario, tal vez sería más preciso decir, este poema, constituye una respuesta contundente de Mir a Guillén quien, junto con Pablo Neruda, no ve en el sufrimiento, el servilismo y la falta de libertades, a causa de la dictadura trujillista, un motivo para alentar y fortalecer la esperanza del país quisqueyano. En este tenor dice el poeta Mir:
Ya lo verás tú, Nicolás Guillén. Tú no quieres que tus versos circulen secretamente, de mano en mano, como un crimen, en un pueblo valiente y entero.[3]
II. Intencionalidad de “Hay un país en el mundo”
El poemario Hay un país en el mundo crea, al decir del crítico y estudioso Odalís Pérez, «un estado de significación en los mapas fundacionales del poema-lenguaje, el poema-historia y el poema-raíz».(Pérez Nina, 2017) Esto significa que el poeta dominicano emplea símbolos y metáforas universales y locales que son en sí mismos la historia y la poesía, a semejanza de Pablo Neruda, Walt Whitman o Federico García Lorca. Lo que cuenta, esto es, lo que evoca es, a la vez, metáfora y realidad, existencia y lirismo.
Pedro Mir, que se halla en el exilio, parte de la realidad social dominicana, doliente y desgarradora, de la época de la dictadura trujillista. El poema describe el país dominicano en su esplendor natural y en sus tierras fértiles, pero a la vez oprimido y triste. Lo que en verdad busca Mir con su obra Hay un país en el mundo, es dar una versión diferente de la realidad dominicana, abatida por la pobreza, la miseria, la opresión y la injusticia, en oposición a la imagen de progreso, esplendor, paz, felicidad y alegría que daba la propaganda trujillista en el exterior acerca de la República Dominicana.(Rosario Candelier, 1980)
En sustancia, Mir emplea la palabra poética con una doble intención, por una parte, «dar un testimonio vibrante y enérgico de la realidad cruda y doliente del pueblo dominicano»; y por la otra, «persigue además protestar por la triste y terrible situación de calamidades y penurias que padecía el pueblo».[4] El mensaje que el poeta quiere dar al mundo no es otro que evocar el drama, la frustración del pueblo dominicano, en especial de los campesinos. También Mir quiere transmitir el amor y la esperanza del ser humano que aspira a una mejor suerte. El poema Hay un país en el mundo, por extensión, es un símbolo de aquellos pueblos que padecen la opresión y la miseria y que esperan la liberación y un nuevo orden más humano donde reine la justicia.
III. Poética de “Hay un país en el mundo”
En Hay un país en el mundo hay, según mi parecer, dos poéticas. De un lado, una poética territorial y raigal, al decir de Odalís Pérez y, del otro, una poética política, según Matos Moquete. Respecto a la primera, a Mir se le impone la necesidad de la narración histórica, escatología y política. Quiero decir que Mir no puede menos que testimoniar y denunciar la realidad social, territorial, de raigambre rural, y lo hace con amplitud de miras pasando de lo local a lo universal.[5]
Respecto a la segunda, Manuel Matos Moquete, pone de relieve una poética política,[6] por cuanto lo socio-político y lo poético se unen, con gran acierto, para la denuncia social de la situación demoledora y cruel que padecen los dominicanos, especialmente el campesinado.(Matos Moquete, 1988) «Hay un país en el mundo / donde un campesino breve, seco y agrio / muere y muerde / descalzo / su polvo derruido...». Aquí cabe un matiz, no se trata de un tipo de denuncia a la antigua usanza, asociado a la mal llamada poesía social, panfletaria, directa y recia, sino de una denuncia que parte del empleo de una poesía con palabras bellas, ricas combinaciones eufónicas, ritmo musical y una armonía verdaderamente modélicos.[7]
La grandeza lírica de Hay un país en el mundo reside, a mi juicio, en la capacidad creativa que tiene el poeta para, sin negar la denuncia social, la protesta y el dramatismo de la realidad dominicana de la época trujillista, producir una obra con ritmo, lenguaje sensorial y musical que le ha merecido un sitial en las letras dominicanas. En ese tenor, José Enrique García destaca que más allá de la cuestión ideológica y epocal, la obra Hay un país en el mundo, se mantiene viva gracias a la «musicalidad inherente» de la cual está dotado el poema.(García, 2007) Cabe destacar también la adjetivación luminosa y el uso de metáforas sorprendentes. En fin, la obra posee vitalidad, lirismo y autenticidad. Para profundizar un poco más en esta obra de Pedro Mir conviene tener presente a la estudiosa de la lírica miriana, Marlene Gottlieb.(Gottlieb, 2001)
Concluyo tomando prestadas las palabras de Rosario Candelier: «Pedro Mir es el poeta dominicano que cuenta en la actualidad con más popularidad y audiencia en Santo Domingo porque logró un canto entrañablemente lírico, sustanciosamente épico, con una hermosura refrescante y contagiosa, sencillamente hermoso y elocuente, sinceramente pulcro y bien sentido.»[8]
FaustoLh
BIBLIOGRAFÍA
Álvarez Estévez, R., 2013. Pedro Mir en Cuba, Archivo General de la Nación. Vol. CCIV. Santo Domingo. República Dominicana.
García, J.E. (Ed.), 2007. El futuro sonriendo nos espera, Poesía dominicana. Santillana, Santo Domingo. República Dominicana.
Gottlieb, M., 2001. Estructura rítmica de “Hay un país en el mundo” de Pedro Mir. Ciberletras 4.
Hernández, Á., 2021. Match entre Nicolás Guillén y Pedro Mir. La génesis de Hay un país en el mundo. Fund. Glob. Democr. Desarro. 17, 53–58.
Matos Moquete, M., 1988. Poética política en la poesía de Pedro Mir. Rev. Iberoam. 54, 199–211.
Pérez Nina, O., 2017. Pedro Mir: La historia, el camino, la huella [WWW Document]. Acento. URL https://acento.com.do/opinion/pedro-mir-la-historia-camino-la-huella-8479128.html (accessed 6.8.22).
Rosario Candelier, B., 1980. Hay un país en el mundo, evocación de Pedro Mir. Eme Eme Estud. Dominic. 9, 37–40.
[1] (Hernández, 2021)
[2] (Álvarez Estévez, 2013) En este documento se puede acceder a la carta completa de Mir a Guillén.
[3] (Álvarez Estévez, 2013)
[4] (Rosario Candelier, 1980) 37.
[5] (Pérez Nina, 2017) Sobre las luces largas de Mira dice Odalís: «Pero la orientación intelectual más afinada de nuestro polígrafo, la podemos encontrar en la etapa exílica y post-exílica, cuando el contacto con otros escritores latinoamericanos, caribeños, rusos, alemanes, españoles y norteamericanos, hace que su trabajo acoja otras líneas de incidencia moderna en el marco de su visión del mundo y de la creación literaria.»
[6] (Matos Moquete, 1988) 199-211
[7] (Rosario Candelier, 1980) 38.
[8] (Rosario Candelier, 1980) 40.