Keiselim A. Montás (Keysi) nació en República Dominicana, 1968. Reside en Estados Unidos desde 1985. Estudió en Queens College, The City University of New York (CUNY) donde obtuvo una licenciatura en lengua castellana. Sus inquietudes por seguir especializándose le condujeron a culminar una maestría en lengua y literatura castellanas en la Universidad de Cincinnati, Ohio.
Ha publicado más de una decena de libros:
Poesía:
Pequeños poemas diurnos (1992-2005)
Amor de ciudad grande (2006)
Allá (diario del destierro) (2012)
Como el agua (Haikus) (2016);
Like Water (2017)
Desechos (2021)
Cuento:
Reminiscencias (2006)
Otras veces no sé (2020)
Ensayo:
De la emigración al destierro (2015)
Ínfimas apreciaciones literarias (2015).
Premios y reconocimientos:
La valía de la obra literaria de Keysi Montás ha propiciado la publicación de buena parte de su producción en antologías de poesía, cuento, ensayo y entrevistas, entre otros muchos medios de divulgación. Ha obtenido importantes premios y reconocimientos, lo cual es un indicativo de los méritos literarios de nuestro autor. Montás ha recibido el Premio de Ultramar de cuento (2006) por su obra Reminiscencias y el Premio de Ultramar de ensayo (2015) por su obra Ínfimas apreciaciones literarias.
Algunos elementos sobresalientes de Historia de mudos
El narrador comienza su discurso mencionando un presunto hallazgo en los Diarios del descubrimiento de Cristóbal Colón, en los cuales, según el texto, se habla de una extraña raza de perros mudos. La historia inicia en primera persona, especialmente en los primeros párrafos. Luego el narrador se oculta para traer al escenario a sus dos personajes: a su abuelo y su perro mudo.
El hilo conductor del cuento se mantiene hasta el final. No hay rupturas ni vacíos innecesarios o digresiones. El autor conduce audazmente las acciones de sus personajes, despistando, de alguna forma, al lector hasta el desenlace. Se constata una cierta frialdad intelectual y pocas emociones. Como se dirá más abajo, el autor tiene algo que decir con la vida y la peculiar mudez de los personajes. El abuelo y su perro mudo tienen un impedimento común: que no pueden comunicarse, al menos con palabras. Se entendían con la mirada, con los gestos y con el pensamiento. Si es que al perro mudo se le puede atribuir pensamiento o capacidad de comprensión, como en efecto se insinúa cuando se dice: «Explicarle, entonces, al perro la necesidad de Abuelo de que él ladrara hubiese sido, tal vez, tarea menos complicada que explicarle al abuelo que el perro era mudo y no ladraba». También dice el narrador: «el perro era mudo y sabía que el abuelo lo necesitaba ladrante».
Posibles interpretaciones
Una primera interpretación del cuento que nos ocupa, según mi punto de vista, es la psicológica. Esta lectura se basa en la premisa siguiente: El abuelo aparece como la figura de la autoridad que mira con desprecio o con desdén al canino, mostrándose castigador, implacable, exigente, recio y de escasas expresiones de cariño hacia su compañero. Proyecta en el animal sus propias manías y, acaso, sus propias carencias. El abuelo exige al perro mudo lo que no puede dar, porque no lo tiene: la capacidad para ladrar. Tenemos, pues, en el abuelo lo que en el psicoanálisis se conoce como la figura del Padre. El abuelo simboliza al Padre freudiano, un padre con mal carácter, inconforme e insatisfecho. Frustrado al no conseguir que su perro mudo ladre, lleno de ira, acaba matándolo de una forma espantosa y cruel.
Al hilo de lo dicho, el abuelo es incapaz de expresar sus emociones, pues como dice el narrador, «también era mudo y por eso nunca le supo decir a ninguno de sus hijos “te quiero”». El abuelo del cuento es, seguramente, figura de aquellos hombres cerrados poco dados a expresar sus sentimientos y que prefieren, por cualquier motivo tácito o implícito, no exteriorizar sus emociones por temor a aparentar vulnerables o débiles.
Una segunda lectura de Historia de mudos, no desligada de la anterior, es de tipo moral. Probablemente, el narrador, como sucede en las fábulas de Esopo, o en el cuento El lirio y el pájaro de Soren Kierkegaard, ha escrito una metáfora de la vida. Esto es, dos actitudes frente a la realidad: la autoridad enfermiza que descarga sus frustraciones contra el débil y la de la víctima sumisa que aguanta los desmanes de la autoridad sin rechistar.
Por extensión, desde un punto de vista sociológico –acorde con la realidad sociopolítica caribeña y latinoamericana– podemos afirmar que los hombres mudos como el perro son los maltratados, los silenciados y los que no tienen voz. Historia de mudos, puede hallar, finalmente, resonancia en la isla dominicana, cuyos hombres aguantan, toleran y padecen, aunque irrumpan en improperios y se desgañiten diciendo “coño”, “carajo” sin ningún efecto real en las estructuras de poder bajo las cuales viven y mueren.
Conclusión
Historia de mudos, emplea un léxico popular y culto a la vez, un lenguaje fluido, fresco y dinámico. En mi opinión, la narración de Keysi Montás, alcanza con creces la cuota fictiva necesaria, por lo que podemos afirmar, sin ambages, que estamos ante un cuento relevante y ante un autor importante de la diáspora dominicana. La interpretación que he esbozado, la psicológica y la moral, es solo un intento de aproximación a Historia de mudos, que abre el camino a otras lecturas. Finalmente, Historia de mudos nos insta sutilmente a explorar nuevas formas de comunicación que superen los conflictos y las diferencias sociales y culturales. Es una invitación a fortalecer y cohesionar a la especie humana entre sí, pero también la convivencia con otras especies, estableciendo una relación de respeto a la vida de todos los seres vivientes.
Fausto Antonio Leonardo Henríquez, PhD