Fausto, en La Vega
la luz llama al fuego o la vida,
tal vez las sombras de las nubes
las ráfagas de lluvia
o en los colores verdes de la tarde,
la luz llama al fuego o la vida,
tal vez las sombras de las nubes
las ráfagas de lluvia
o en los colores verdes de la tarde,
viste pasar un ángel,
a Dios entre el temor y la nostalgia,
quizás fue un escalofrío repentino
una fría verdad desnuda
para encontrar la fe
en las remotas penumbras,
entre los suspiros
de una ventana en Santo Domingo,
el hombre se convirtió en teólogo,
en sacerdote vencido
al dulce gesto
de los secretos del corazón,
entre su cuerpo lleno de esperanza
fue su destino
descubrir así la belleza del mundo,
después vino el poeta
que en la plenitud libre
sintió las palabras en la retina
los gemidos de los ciervos heridos
y como en la Santísima Trinidad
hombre, sacerdote y poeta
fueron uno ante el paso de las aves
los senderos del espacio y los rayos de sol
ya no hay tregua en la pureza de su fondo
donde ilumina su meta y su camino
que como uno se nos muestra
en su revelación y total entrega
por eso le tendremos
siempre compañero
donde no se acaba la pátina del tiempo
alzando la palabra salvadora
salvando el vuelo
donde no pueden pisarse las estrellas
Antonio Ruiz Pascual